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Un refugio marroquí para crear

Una modélica residencia de artistas invita a ocho creadores españoles

La residencia de artistas de Esauira
La residencia de artistas de Esauira

El sueño del artista: huir de todo, poder dedicarse a crear sin preocupaciones, al menos durante un periodo. Si a eso se suma un lugar idílico frente a una interminable playa virgen, en una residencia que parece un resort de lujo con talleres equipados y compartiendo la estancia con otros artistas interesantes, parecería pedir demasiado. Si no fuera porque todo eso se le proporciona justamente para ver cumplido el sueño de otras personas. Pongamos nombres y datos concretos a este juego sinérgico. La paradisiaca Residencia de Artistas existe y se llama Ifitry. Está a 40 kilómetros de Esauira, en Marruecos, aislada hasta el punto de no contar con internet ni cobertura telefónica. Se llega allí solo por invitación de los anfitriones, el grupo de comunicación Maroc Premium y la revista Arts du Maroc, con gastos de la estancia cubiertos. El artista se compromete a dejar a los organizadores el 50% de las obras que produzca allí. Desde que empezó, a principios de 2011, han pasado por este sitio más de 200 artistas de todo el mundo, desde Japón y China, hasta Estados Unidos, Francia o Canadá. De esa manera están formando una colección de arte contemporáneo internacional que albergarán en el museo que se está construyendo a tres kilómetros de allí, aunque mientras tanto cuentan con un Centro de Arte Contemporáneo construido frente a la residencia y al lado de los talleres. Mostapha Romli, fotógrafo publicitario y artista, es el alma de este proyecto. “Lo que nos interesa es poner a Marruecos en el mapa del arte contemporáneo internacional”, afirma. Entre los más recientes invitados a Ifitry estuvo Oliviero Toscani quien, según Romli, comentó con humor: “Demasiado confortable para un artista”.

Del 7 al 17 de abril hubo un grupo de residentes españoles, comisariados por Zara Fernández, de la Asociación Cultural del Mediterráneo Occidental (MED-OCC), e invitados por la Secretaría de Estado de Cultura de España dentro del programa del Festival Nuevas Culturas Urbanas, que se está desarrollando en Casablanca a lo largo de este mes. “Son artistas de distintas generaciones porque lo que valoramos es la experiencia profesional y humana” comenta Romli. “Esto no es para estudiantes de arte. De hecho, lo veo más como un laboratorio que como una simple residencia. Queremos que tengan todas las facilidades para desarrollar un proyecto, para investigar y que a la vez se puedan relacionar entre sí. Creo que eso siempre es enriquecedor”, comenta Romli. Los artistas españoles invitados en esta ocasión fueron Ximo Amigo, Tono Carbajo, Encarna Cepedal, José Freixanes, Diego Moya, Teresa Muñiz, Marina Vargas y Fernando Verdugo. Zara Fernández dice haber formado el grupo “con gente que ha trabajado asuntos interculturales y son sensibilidad hacia el mundo árabe”.

El artista Ximo Amigo con una de sus obras
El artista Ximo Amigo con una de sus obrasF. J.

“Al estar aislados se trabaja mucho más y mejor”, señala Ximo Amigó (Valencia, 1965). Dejó en Ifitry una pintura que alude claramente al lema del proyecto El borde (del abismo). “Soy un loco del azul y aquí todo es azul y blanco”, añade. “Tener a otros artistas trabajando cerca nos permite compartir dudas y formas de resolverlas. Además, estar aquí es un respiro frente a la situación en España”. José Freixanes (Pontevedra, 1953) trabajó en una pieza que es como una carta de la memoria, un mapa. Marina Vargas (Granada, 1980) utilizó una alfombra típica sobre la que pintó un Sagrado Corazón. Fernando Verdugo (Sevilla, 1942) utilizó como motivo el modelo de unos azulejos de La Alhambra y Tono Carbajo (Vigo, 1960) realizó una performance con un verso en caligrafía árabe al borde del mar. Teresa Muñiz también adoptó los colores del paisaje para sus pinturas (Madrid, 1942) y Diego Moya (Jaén, 1943), director de este proyecto, combina signos de la era tecnológica con las tierras de distintos lugares.

Ifitry es el nombre de una santa del lugar. Al ser mujer, la religión musulmana no permitía erigir una ermita en su memoria. Se construyó un morabito, pero la dedicaron a otro santón. La residencia de artistas recuperó la leyenda y le rinde homenaje. “La arquitectura del lugar simula dos santuarios y una medina”, explica Romli. Hay diez bungalows, spa, piscina, huerto ecológico y un comedor común con vistas y notables chefs locales. “Realizar este proyecto nos ha llevado más de diez años de papeleo, construcción y puesta en marcha. Hay que tener paciencia y las ideas claras. Todo esto es una iniciativa privada e independiente, no contamos con ninguna ayuda estatal”. De todas formas, no se trata solo de arte internacional. Una de las prioridades de este proyecto es dar también mayor visibilidad a los artistas marroquíes. “Aquí llevamos mucho retraso en ese sentido, no tenemos museos de arte contemporáneo como en otros países. Estamos como España en los años setenta, pero si esperamos que el Estado haga las cosas el retraso será mayor. La cultura en Marruecos debe ser construida por los marroquíes. Por eso hemos tomado esta iniciativa de crear un tejido de relaciones que incluye ahora en junio la realización de la I Bienal de Casablanca”.

Diego Moya considera que esta iniciativa es un buen ejemplo en épocas de recortes para la cultura: “En España se está diluyendo lo conseguido hasta ahora. En Marruecos está surgiendo espontáneamente un mundo asociativo que rebate los intereses individualistas occidentales”.

Uno de los talleres de la residencia
Uno de los talleres de la residenciaF. J.
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