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Los taninos de la vida

‘Entre copas’ estará disponible el domingo con EL PAÍS por 1,95 euros

G. B.
Paul Giamatti, Virginia Madsen, Sandra Oh y Thomas Haden Church, protagonistas de Entre copas, con los premios que les entregó el Gremio de Actores de Hollywood.
Paul Giamatti, Virginia Madsen, Sandra Oh y Thomas Haden Church, protagonistas de Entre copas, con los premios que les entregó el Gremio de Actores de Hollywood.REUTERS

Podía haber sido George Clooney. Y por eso estaba el primero en el listado para protagonizar Los descendientes: porque siete años antes Clooney no fue contratado para el personaje de Jack en Entre copas. Alexander Payne hizo lo contrario que muchos directores: decidió no contratar a la estrella de Hollywood que le hubiera catapultado la película, porque entendió que alguien como Clooney era demasiado conocido y que eso iría probablemente en detrimento de ese personaje, el de un actor de segunda, que ya vivió su momento de gloria efímera en la televisión… lo que en realidad forma parte del pasado de Clooney, que hasta el éxito de Urgencias se había pasado años penando por múltiples series de televisión.

Porque Entre copas tiene algo de ese penar sin rumbo, de la amarga sensación de no haber llegado a nada en la vida, de que los mejores momentos –o al menos esos que salen en los idílicos anuncios de televisión con familias perfectas, perennes mujeres guapas y eternas sonrisas blancas- los debe de estar disfrutando el vecino. Es el triunfo de la decepción, de la desilusión por no tener algo que parecía al alcance de la mano y que sin embargo el destino ha birlado en un cruel juego de manos. Miles es profesor de inglés, un maestro encallado en un una fracasada carrera como novelista. Jack parecía que iba a comerse el mundo como actor. La mediana edad les devoró. El primero es autodestructivo, un alcohólico hundiéndose en la depresión. El segundo, sencillamente, parece estar hueco y desea ligar por encima de cualquier otra consideración. Y juntos emprenden una semana de excursión por los viñedos y las bodegas californianas antes de que Jack se case.

Entre copas es la perfecta plasmación de que una película no tiene porqué basarse en unos personajes atractivos con los que te gustaría irte a cenar. Son repulsivos y, sin embargo, hipnóticos. Payne no tiene rival en Hollywood en esta categoría de dramas sobre las pequeñas cosas de la vida: Election, A propósito de Schmidt y Los descendientes conforman una carrera espectacular, que nunca se ha despeñado hacia el éxito hollywoodiense. Entre copas posee además un récord de película de calidad, como uno de los caldos que aparecen en esa excursión: fue la primera vez que un guion –en su caso adaptado- obtenía los premios de las cinco grandes asociaciones de críticos estadounidenses (National Board of Review, Nueva York, Los Ángeles, National Society Critics y Broadcast), el Globo de Oro, el galardón del Sindicato de Escritores de cine, el BAFTA y, finalmente, el Oscar al mejor guion adaptado (junto con candidaturas a mejor película, dirección, actor y actriz secundarios, ninguneando injustamente a Paul Giamatti, su protagonista). Una última anécdota: Alexander Payne recopiló y decidió él solo la lista de vinos citados en el filme. Con el tiempo, Entre copas mantiene la fuerza de un caldo excepcional.

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Sobre la firma

G. B.
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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