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Cass McCombs: "Escribir es como una eyaculación"

El cantante estadounidense presenta en España su 'folk' puro, cosechado en las carreteras americanas

Ana Marcos
El músico estadounidense Cass McCombs.
El músico estadounidense Cass McCombs.

La verborrea de Cass McCombs es inversamente proporcional a su producción musical. El artista estadounidense (California, 1977) es capaz de publicar dos discos diametralmente opuestos en un año –Wit´s end y Humor risk, ambos editados por Domino-, y conceder apenas una decena de entrevistas en las que perderse entre anécdotas y pasajes de la Biblia –el libro que siempre le acompaña-. Ni rastro de una explicación sobre su sonido enraizado en el folk que se pierde en otros tantos estilos como el gospel, el soul y el R&B. Suficiente, sin embargo, para que The New York Times acabe ligando a McCombs a lo mejor del pop del año pasado y la todopoderosa Pitchfork lo encumbre casi a leyenda.

“Para mí escribir es como una eyaculación”, escupe a la primera al otro lado del teléfono desde algún castillo en Suiza. “Componer no es muy complicado. Es más bien algo divertido, un juego”, zanja rápido, aunque sin la tensión del orgasmo. “Las cosas más estúpidas y sencillas son, además, las que al final mejor funcionan”. Las ocho canciones de Wit´s end, el primero de los álbumes que sacó en 2011, no suenan muy divertidas: “Esa es la interpretación de la gente, yo no hago discos con intención alguna”. Lo cierto es que la carga trágica de su lírica, en especial en el primer tema County line, acompañada de un sonido más oscuro, poco tienen que ver con la segunda entrega, Humor risk. McCombs, en su ciclotimia, agrupó, meses después, otros ocho temas con cierta alegría y algo de caos, más parecidos a sus anteriores trabajos. “A lo mejor no práctico lo que digo, pero es en lo que creo y hacia donde quiero dirigirme: conseguir una expresión muy rápida, como la vida”.

Curtido en la carretera –por mucho que se indaga, nunca cede en descubrir por dónde para-, la imaginación de McCombs está poblada de los crímenes del asesino del Zodiaco, las reivindicaciones de los Panteras Negras, el LSD, algo de los Beatles y, como buen nómada, mucho trabajo temporal en la construcción y cafeterías. Del resto de influencias musicales, ni rastro: “El mejor arte de cualquier momento procede del anonimato”. Aunque en referencias literarias tiene menos prejuicios: Jack London, la Biblia, Poe, y libros tibetanos para evitar cualquier tipo de encasillamiento en una sola religión o credo que pudiera dar pie a una nueva pregunta incómoda.

Cass McCombs, además se confiesa artesano. En ese intento constante de esgrimir un manifiesto anti todo lo que tenga ver con los preceptos de la industria musical, ni siquiera aquellas ideas que giran en torno de la escena underground –eso sí, siempre curándose en llegar a profesarlo del todo-, degrada a la música como arte para convertirla en un tipo de artesanía. Algo menor, “incomparable a escribir un libro o hacer una película”, dice. “La música es lo que hacen los hombres, lo que llevamos haciendo desde antes de la Historia, es parte de nuestro ser y no podemos parar de crear”. Y en esta definición cuela el término “música real”. Es incapaz de descifrar el concepto. Lo intenta con un guiño a la música española cuando en algún momento de la conversación se le escapa algo parecido a cierta referencia flamenca, o recurre a la música mexicana, destino de su próximo trabajo. Al final se rinde en un: “No estoy al tanto ni me interesa nada de lo que haya pasado en la música popular desde principios de siglo. Porque esa música que trata de epatar a la masa no es la real”.

Desde el pasado febrero Cass McCombs recorre Europa con una banda itinerante –“me gusta mucho estar en la carretera y no puedo pretender que a todos mis músicos les pase lo mismo”-. En España estará mañana, miércoles 28 de marzo, en Barcelona, en la tienda de vinos Magatzem Escolà, en la iniciativa el Decantador, para después pasar por Valencia y Madrid, el 29 y 30 respectivamente en el ciclo Heineken Music Selector. Terminará su pequeño tour en Donosti, el 31, en el Homeless Music Festival. Y tienen sorpresa preparada. “Solemos cambiar el repertorio porque es muy aburrido tocar siempre las mismas canciones. Nunca he entendido porque las bandas se ciñen a un guion hasta la muerte”, cuenta. “Puede que en España acabemos haciendo algo parecido a Hel Williams and the Drifting Cowboys”, algo así como “folclore americano”.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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