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OBITUARIO

Pepe Rubio, el más aclamado ‘sinvergüenza’ del teatro español

Con una obra de Alfonso Paso batió, y mantiene, el récord de espectadores y representaciones consecutivas

Pepe Rubio, actor de teatro y cine.
Pepe Rubio, actor de teatro y cine. EFE

Pepe Rubio era almeriense, de Lubrín, y hace seis meses había cumplido 80 años, que él, siempre coqueto, sabía que no los aparentaba. Él mismo se cuidaba y preocupaba para parecer siempre el crápula que durante 17 años consecutivos interpretó en Enseñar a un sinvergüenza, un récord que nadie ha conseguido superar en nuestro país, como tampoco los 10 millones de espectadores que acudieron a ver la obra, ni las 12.000 veces que llegó a representarla.

José Rubio Urrea, Pepe Rubio, falleció la pasada madrugada en Madrid, ciudad a la que se trasladó hace años. Sus primeras incursiones en los escenarios fueron en Barcelona, donde la familia del actor se mudó en 1939. Allí vivió una posguerra especialmente dura para el hijo de un minero y realizó los estudios primarios. Los únicos que tuvo, porque a los 12 años se puso a trabajar en una fábrica de tejidos, y tres años después en una de productos químicos, donde estuvo hasta ser llamado a filas. En esa época el Centro Católico de L‘Hospitalet de Llobregat le deparó la primera oportunidad como aficionado. Debutó con un papel en El divino impaciente, de José María Pemán.

En los años cincuenta se trasladó a Madrid, donde ha desarrollado gran parte de su prolífica carrera teatral y cinematográfica. Su primera incursión en la industria del celuloide fue un tanto atípica: empezó como botones en una productora, en la que conoció al gran Francisco Rabal, que le ayudó a conseguir trabajo en la compañía estable del Teatro Español y en la reconocida compañía Lope de Vega, de José Tamayo. Con ellos, en el Edipo de Sófocles, inicia su andadura profesional en 1952.

Aunque Pepe Rubio siempre confesaba que las mayores satisfacciones profesionales se las debía al teatro —“siempre he preferido el teatro porque conecto muy bien con el público y considero que es ahí donde está la esencia del arte”, comentaba— fue muy reclamado por el cine. Desde el principio se especializó en papeles de joven atractivo, juerguista, algo crápula, jeta y muy conquistador. Conquistas que también tuvo en la vida real, ya que, aunque permaneció siempre soltero, estuvo a punto de contraer matrimonio a finales de 1967 con la modelo británica Leslie Adams, más tarde con María Luisa Merlo, que finalmente se casó con Carlos Larrañaga, y una tercera ocasión con Carmen Flores, hermana de Lola Flores.

Su buen hacer como ligón juerguista en el cine le acerca, desde 1967, a su más popular trabajo con la obra escrita por Paso, que se adaptó a la gran pantalla en 1969. Tres años después se aparta del cine, tras haber intervenido en una treintena de películas, entre las que figuran La casa de la Troya (su primer trabajo para el celuloide, en 1959), de Rafael Gil; Siempre es domingo (1961), de Fernando Palacios; ¿Qué hacemos con los hijos? (1966), de Pedro Lazaga; Don Erre que Erre (1970), de José Luis Sáenz de Heredia, o En un mundo nuevo (1971), de Fernando García de la Vega.

Durante años fue reclamado por la televisión (La casa de los Martínez y Música y estrellas), donde trabajó bajo las órdenes de Romano Villalba, antes de entregarse de lleno y durante el resto de su vida al teatro, donde es muy recordado por su personaje de vividor, que para mucha gente ha eclipsado sus importantes trabajos en montajes dramáticos como Seis personajes en busca de un autor, El diario de Ana Frank, La Celestina, Los intereses creados, Medea o La muerte de un viajante, amén de comedias como ¿Dónde están mis pantalones?, Mayores con reparos, Pasarse de la raya...

Su última intervención profesional fue en 2006, donde recreó su popular trabajo y creó una derivación de su personaje en Enseñar a un sinvergüenza, escrita por Rafael Mendizábal: ¿Qué fue del sinvergüenza? En esta ocasión, la última para Pepe Rubio, compartió escenario con Rosa Valenty, Luisa Fernanda Gaona, Conchita Goyanes, Jesús Gallo, Rodrigo Sainz de Heredia e Irene Valerio, todos ellos dirigidos por Antonio Corencia.

En el año 2008, el actor fallecido ayer recibió el premio Ercilla a toda una trayectoria profesional. Un año antes había anunciado su retirada tras medio siglo de dedicación al oficio: “Considero que ya he hecho de todo en la vida”, señaló en su despedida.

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