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UNIVERSOS PARALELOS
Tribuna
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Rockeros y 'strippers'

Paren las máquinas: Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, anuncia que abre un palacio del strip-tease en Las Vegas, donde ya controla un salón de tatuaje. Tiene su lógica: de las bandas ochenteras, ninguna hizo más por legitimar a strippers, figuras del porno y actrices neumáticas como accesorios indispensables del "rock de peluquería". Antes que los raperos, ellos convirtieron a las profesionales del erotismo en símbolos de estatus.

Le empuja una voluntad estética, advierte Neil. El local se llamará Girls Girls Girls, como su éxito de 1987. Las empleadas “parecerán salidas de un vídeo musical: calientes, provocadoras y atrevidas”. No sonara “house aburrido”, todo será rock, “incluyendo a Mötley Crüe”. Máximo nivel, oiga.

La noticia me llega mientras releo Strip tease, delirante novela de Carl Hiaasen sobre ese mundillo. En la historia abundan los conflictos entre el propietario del local y las chicas por la música. Ellas prefieren rock y soul mientras que el encargado requiere ritmos mecánicos que animen las consumiciones rápidas. El encargado de seguridad, un hombre-montaña, tampoco soporta el hip-hop: tras veinte minutos de MC Hammer, asalta la cabina del DJ, se mete el CD entre los dientes y procede a triturarlo.

Permítanme recomendar los libros de Hiaasen: hay varios en español, aunque desconozco la calidad de las traducciones. Se encasilla a Hiaasen como autor de novela negra y, sí, hay asesinos, policías, jueces y abogados pero dibujados por un humorista salvaje, que cuela así hirientes críticas al Estado de Florida. Ignoren a Michael Moore y demás tábanos mediáticos. Hiaasen es the real thing: incluso arremete contra el imperio Disney. Casi un sacrilegio.

En Strip tease, se ceba con los políticos locales, demócratas o republicanos, cristianos que se permiten sus excesos en la intimidad; cuentan con fixers que barren los platos rotos. En Florida se benefician de infames alianzas con la industria azucarera. Escribiendo en 1993, Hiaasen explica que el precio al por mayor del azúcar estadounidense alcanza los 23 centavos por libra, mientras que el procedente del Tercer Mundo solo cuesta 12 centavos. El big sugar convence a los congresistas de Washington para que mantengan imposibles tarifas aduaneras y subvencionen la producción propia.

Empresas diabólicas, recalca Hiaasen. Practican una variedad del esclavismo, al contratar a temporeros de países caribeños. Y polucionan lo que rodea a sus ingenios azucareros. Semejantes denuncias, en el contexto de Florida, son extremadamente radicales. En Into the badlands, magistral colección de encuentros del inglés John Williams con escritores de EEUU, Hiaasen insiste una y otra vez que no se le retrate como un comunista.

No lo es. No se permiten comunistas en el Miami Herald, donde Hiaasen destacó por su cobertura de las guerras de la cocaína y la asombrosa corrupción institucional. Según el patriarca Elmore Leonard, esos reportajes fueron esenciales para su aproximación a la subcultura criminal de Miami. Con el éxito, Hiaasen dejó las calles y ascendió a columnista con permiso para clavar dagas verbales. Pero será recordado por sus alucinadas narraciones, donde pululan personajes tan grotescos como Jesús Bernal, aprendiz de terrorista despedido de todos los grupos radicales cubanos por su inigualable torpeza. O Tommy Tigertail, indio seminola enriquecido por el vicio del bingo.

El realismo no es el fuerte de Hiaasen. Pero apetece creer que existió una stripper como Erin Grant, la honrada protagonista de Strip tease. Ella baila con música de Van Morrison, Jackson Browne o Allman Brothers. No más disparatado que ese strip club de Exotica, la película de Atom Egoyan, donde suena Leonard Cohen.

Strip tease fue filmada en 1996, a mayor gloria de Demi Moore. Tiene mala fama esa versión cinematográfica, aunque algunos alegan que su recepción fue contaminada por el desastre previo de la sórdida Showgirls, de Eszterhas-Verhoeve, situada en el mismo negocio, pero en Las Vegas. Ciertamente, Vince Neil ha ido a parar al lugar adecuado: Babilonia para toda la familia.

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