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París se debate entre la ruptura o la continuidad

Chanel desafía las convenciones y Paco Rabanne recupera su herencia

Eugenia de la Torriente
Un diseño de Karl Lagerfeld para Chanel
Un diseño de Karl Lagerfeld para ChanelSTEPHANE MAHE (Reuters)

“No hay ni un solo traje convencional. Todo son conjuntos de tres piezas: chaqueta, vestido corto y pantalones realizados en el mismo tejido. Es más moderno”, explicaba Karl Lagerfeld rodeado de gigantescas reproducciones de minerales. El desafío a las convenciones que exhibe al redibujar una de las piezas más características de la historia de Chanel, sobrevuela toda su colección de otoño/invierno 2012 para la casa. En algunos momentos, la propuesta es de una rareza tal que solo puede interpretarse como un acto de rebeldía. Un desafío a las normas del buen gusto y la elegancia. Pero, ¿qué es la creación sino una bofetada a lo establecido?

Esta temporada los vestidos metálicos o metalizados están por todas partes

Cristales y rocas recorren la superficie de las prendas y se incrustan en las cejas de las modelos y en los tacones de plástico de sus zapatos asimétricos. Convertidas en seres extraterrestres con aquellos poderes que la imaginación les otorgue, las modelos circulan entre un bosque de cristales. La decoración del Grand Palais hizo que todo el mundo pensara de inmediato en la criptonita. Y si aquel mineral conseguía desarmar a Supermán, la nueva especie del planeta Lagerfeld podría estar llamada a subyugar la voluntad de los clientes de la industria del lujo. Desde luego, la forma en la que estos llenan las tiendas Chanel –hasta tres posee ahora en una misma manzana de Avenue Montaigne- ya tiene algo de fenómeno hipnótico o paranormal.

Una modelo desfila con una creación deMaria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli para Valentino
Una modelo desfila con una creación deMaria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli para ValentinoCHRISTOPHE KARABA (EFE)

Dado que la amatista es la piedra favorita del diseñador, son sus tonos los que pintan una colección que lleva la suave paleta de sus últimas temporadas a un terreno mucho más dramático. El propio Lagerfeld tiñó de malva sus mitones y su traje, de pana azul marino. Plumas, efectos metalizados, intrincados materiales y apliques cubistas completan el extraño mensaje. “Además de la pintura, me interesan otras expresiones del cubismo, por ejemplo, la arquitectura”, admitía el septuagenario diseñador alemán. “Del principio del siglo XX, me quedo con el espíritu rupturista”.

En la moda, como en casi todo, se trata de elegir constantemente entre correr riesgos o jugar sobre seguro. Entre romper o continuar. Lagerfeld apostó por lo primero en una semana de la moda que, claramente, aboga por lo segundo. Algo que, a veces, también es de agradecer. El teatral camino que apuntaba el debut de Manish Arora en Paco Rabanne se ha reconducido hacia un lugar más comedido, comercial y lógico. Recuperando la imagen de François Hardy en los primeros años setenta, Arora entregó una segunda colección sólida que recupera las técnicas de ensamblaje del metal del diseñador español en los sesenta y las lleva a un registro mucho menos experimental.

La vuelta al origen es literal cuando aparece un vestido de 1969 que llevó Brigitte Bardot en una fotografía de David Bailey o un mono diseñado para Hardy. La presencia en el desfile de Daphne Guiness o Eugenie Niarchos demuestra cómo la firma, propiedad de Puig, ha recuperado notoriedad tras ser pertinentemente exhibida –en hasta cinco modelos diferentes- por Lagy Gaga en una entrega de premios MTV.

Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli culminaron en París su ascensión

La mera recuperación de algo que funcionó en el pasado no garantiza éxito en el presente si la herencia no se acompasa al nuevo signo de los tiempos. La colección de Rabanne funciona porque encaja en el espíritu del momento -esta temporada los vestidos metálicos o metalizados están por todas partes, de Yves Saint Laurent a Hakaan-, pero también por qué no se limita a devolverle la vida a piezas del archivo sino que les insufla un nuevo aliento. Es una lección que han aprendido Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli que ayer culminaron su ascensión con una impecable colección de Valentino. Equilibrada y exquisita, confirma la seguridad que el dúo ha adquirido en la firma italiana desde 2008. Su calculada volumetría y el contraste entre texturas artesanales y siluetas esquemáticas están a años luz de aquella inerte recuperación del legado que fue su primera colección en Valentino.

En negro, blanco, rojo y tonos tostados, los italianos se atrevieron incluso con algunos temas que, en principio, no encajan del todo en el vocabulario de la firma como el cuero o las referencias marciales. Porque por mucho que la moda apueste por los valores seguros siempre necesita una mínima cuota de sorpresa.

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