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'IN MEMORIAM'

José María Rodríguez-Pastrana, arquitecto de la luz entre rocas volcánicas

El arquitecto canario de valiosa influencia en la arquitectura española falleció el pasado 29 de febrero

José María Rodríguez-Pastrana.
José María Rodríguez-Pastrana.

A José María Rodríguez-Pastrana (Santa Cruz de Tenerife, 1952), arquitecto de valiosa influencia en la arquitectura española contemporánea, se lo ha llevado un cáncer pertinaz e inoportuno. Siempre es demasiado pronto. En un febrero bisiesto de frescos continentales, los arquitectos canarios y los amigos que tuvimos la suerte de escuchar su risa, nos hemos quedado helados.

 Azares del destino, el mismo día gris en que Jose Pastrana se iba, su socio Felipe Artengo volaba al calor de la península arábiga para seguir construyendo el sueño que fueron armando juntos desde siempre. El pasado mes de julio, habían ganado el último concurso de una larga lista: una convocatoria internacional para la construcción de un edificio público multifuncional del KAFD (King Abdulah Financial District), en Riyadh, Arabia Saudí.

En 1979, la Gasolinera Texaco de Mercatenerife, una de sus primeras propuestas, le trae, junto a Felipe Artengo, el I Premio Regional Manuel de Oraá (1982-1983). A partir de ahí, la arquitectura decidida de AMP arquitectos refrescó un panorama canario muy necesitado de nuevos vientos: como el alisio que atraviesa el archipiélago con su estela primaveral, sus propuestas topográficas ancladas en la dureza del paisaje volcánico insular, la combinación plástica del hormigón con la calidez de la madera o la precisión del acero y, sobretodo, su inteligente manipulación de la luz, marcaron una senda inspiradora y genial. Obras como el Espacio Cultural El Tanque (1997), la Sede de la Presidencia del Gobierno de Canarias (2000), el Magma Arte & Congresos (2005), el Centro Insular de Atletismo (2007), todas en Tenerife, o la celebrada piscina pública en el río Spree, en Berlín (2004), junto a participaciones internacionales en la Bienal de Venecia, los premios Mies Van der Rohe o la exhibición On site, New architecture in Spain en el MoMa de Nueva York, muestran con holgura la solvencia y originalidad de sus propuestas.

En ocasiones se nos cruzan personas de índole exclusiva, gente cuya inteligencia, ironía y creatividad nos epatan en la misma medida que nos estimulan. En la vida y en la profesión. Jose era uno de ellos, y su incansable curiosidad lo mantuvo siempre como un referente personal: en su arquitectura abrió sendas intransitadas con fisgona rebeldía y en su día a día nunca pudo dejar de inventar, de probar y de revolver con su enorme inquietud. Original y adelantado, nunca se privó de estar a la última, y del mismo modo que sus edificios se agarran a una decidida radicalidad luminosa, sus amigos también nos alimentábamos de su rastro innovador.

Y así, gracias al regalo de su presencia, enorme y humildemente agradecidos por la esencia de su eco, lo seguiremos viendo: pedaleando en su bici plegable por la Avenida de Anaga en su paseo diario hacia el club náutico, nadando su hora reglamentaria en el oceáno o compartiendo ratos con los pescadores de la isla de la Graciosa, donde compró un apartamento hace unos años que, con su inagotable energía, seguía remodelando hasta el último momento. Inventando y soñando, siempre sin dejar de jugar. Gracias Jose, tan adulto y tan niño, tan rigurosamente profesional y tan burlón. Gracias por los ratos, por lo que nos dejas y por lo que iremos descubriendo: no habrá tiempo, siempre es demasiado pronto, pero cada día que nos quede trataremos de seguir alguna de las pistas que marcaste con la seguridad y la confianza de que jugando se vive mejor.

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