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España, Italia y Francia paralizan la Unión Latina

El organismo internacional con sede en París, creado en 1954, promueve las lenguas y las culturas latinas frente al avance del inglés

España, Francia e Italia han decidido meter en el congelador a la Unión Latina, organismo internacional con sede en París creada en 1954 para promover las lenguas y las culturas latinas frente al avance del inglés. Agrupa a 40 países de cuatro continentes y tiene seis idiomas oficiales: español, francés, italiano, portugués, rumano y catalán.

El actual secretario general es el veterano diplomático español José Luis Dicenta, que explica que la decisión de suspender las actividades fue impulsada por los embajadores ante la UNESCO de los tres países que más fondos aportan al presupuesto.

La razón esgrimida, la crisis económica, parece bastante banal esta vez, porque el coste total anual de la Unión Latina no supera los dos millones de euros, a repartir entre 36 países de pleno derecho y cuatro como observadores.

Lo más curioso es que la hibernación ha sido decidida por los cuatro padres de la latinidad, amparándose en motivos económicos que no suenan demasiado convincentes. De hecho, durante el consejo ningún país se atrevió a pedir el cierre del organismo, pero se votó una resolución que en definitiva no decide nada y deja que la institución se vaya muriendo sola.

Potencia avasalladora

Dicenta, que ha sido embajador en Italia y México entre otros países, no pierde la esperanza de que París, Madrid, Roma y Lisboa se replanteen una postura que considera “una grave debilitamiento ante la potencia avasalladora de la cultura anglosajona”.

La Unión Latina, poco conocida por el gran público, organiza publicaciones, conferencias y actos culturales, y entre otras peculiaridades es el único organismo multilateral que considera idioma oficial al catalán, y uno de los pocos en el que Estados como Timor o Filipinas conviven con países europeos y latinoamericanos.

El personal de la Unión Latina, no se resignan y afirman que es un “deber moral mantenerla viva”, y proponen abrirla a otros países, como los de la orilla sur del Mediterráneo y de Oriente Medio.

Desde enero de 2009, había reducido su plantilla de 50 personas hasta la actual de 17 empleados. Ayer, en la austera oficina central, situada en un moderno edificio del distrito XV de París, los trabajadores reflejaban la sana pluralidad de una institución pequeña y quijotesca a punto de pasar a la historia.

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