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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sensibilidad

Lo que suscita una novela de esta índole es el crédito, sin duda excesivo, que concedemos hoy a la verosimilitud

No resulta fácil, y a veces no es conveniente, prescindir de lo que se sabe de un autor, aunque no sea mucho, a la hora de afrontar la lectura de una novela. Hisham Matar, de origen libio, nacido en Nueva York en 1970, alcanzó cierta fama internacional con su primera novela, Solo en el mundo (Salamandra, 2007); allí, sirviéndose de la desolación de un niño, atestiguaba el totalitarismo y la brutalidad del régimen de Gadafi, y uno de sus núcleos temáticos gravitaba en torno al apresamiento y tortura del padre del niño.

El padre de Hisham Matar, opositor de Gadafi, desapareció en 1990 y se ignora qué ha sido de él. Historia de una desaparición se inicia con la evocación del padre ausente, un diplomático (sabremos después) al que dos hombres se llevan en plena noche. Los hechos no coinciden y las fechas han sido cambiadas, de modo que Hisham Matar no se ha propuesto escribir una crónica (la traducción induce a engaño; el título original es Anatomy of a disappearance), sino más bien una elegía, como se declara en la primera página. Con estos precedentes se impone una corriente de adhesión. Y aquí empiezan los problemas. Pues, con esa carga adicional, se diría que el autor se autoriza a prescindir de aspectos tan decisivos para la eficiencia del relato como la verosimilitud.

Ficha

Historia de una desaparición

Hisham Matar

Traducción de Eduardo Iriarte Goñi

Salamandra. Barcelona, 2012

216 páginas. 16 euros

El niño de esta novela, Nuri el-Alfi, pierde a su madre, y, con apenas trece años, siente una ardorosa atracción por Mona, la nueva mujer de su padre, una hermosa anglo-egipcia catorce años mayor que él. El narrador traslada al niño sentimientos muy elaborados, con una impetuosa tendencia al lirismo y pinceladas de cursilería, más propios del adulto que escribe que del niño que fue, sentimientos que atenúan la rivalidad, sin despejarla del todo. Con la desaparición del padre, el niño crecerá con la imposibilidad de su amor a Mona y la recóndita personalidad de su padre, aunque aferrado a los objetos que evocan su presencia. Sin embargo, lo que acaso debía ser una exposición del tormento de la pérdida, tanto sentimental como política, se nutre del misterio a través de un narrador más preocupado por demostrar sensibilidad que por expresar la atroz experiencia de la supresión de un padre. Se diría que el narrador cuenta su historia no para dilucidar una catástrofe, sino para mantenerla intacta, abasteciéndose de ella para poder escribir. Y es muy probable que, de no ser por el contexto de la dictadura de Gadafi, y la condición de escritor libio de Hisham Matar, residente en Londres, que se erige en figura propicia de aderezo cultural, Historia de una desaparición no pasaría de ser una narración, más o menos cosmopolita, cien veces contada, sin ningún añadido que desentone de lo previsible. Lo que suscita una novela de esta índole es el crédito, sin duda excesivo, que concedemos hoy a la verosimilitud. Ya no parece que sea necesario construir una personalidad ardua o enrevesada, fundada por el dolor, sino que es suficiente con dilucidar el universo de sensaciones que lo caracteriza. Estos registros de la personalidad son más retóricos que verdaderos, y, al transportar personajes de incierta densidad, producen un vuelo narrativo de poco alcance.

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