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ENTREVISTA

John Talabot: "No soy ni quiero ser el estandarte de nada"

El barcelonés John Talabot explica el proceso de construcción de 'fIN' su álbum de debut y reflexiona sobre el éxito cosechado con su trabajo

Daniel Verdú
El músico John Talabot.
El músico John Talabot.ADRIÀ CAÑAMERAS

Durante meses Oriol Riverola, el cerebro de John Talabot, anduvo por las calles de Barcelona escuchando pedazos del artefacto sonoro que estaba construyendo en su estudio y anotando en el bloc de notas amarillo de su iPhone detalles, modificaciones y errores que localizaba. Los cortes contenían texturas surgidas de una cuidada mezcla de sintetizadores, samplers, cajas de ritmo y ordenador (ver fotogalería adjunta sobre sus máquinas). Cuenta que llegó a hablar consigo mismo acerca de su trabajo. A mantener las discusiones que los miembros de una banda tienen entre ellos, pero que la soledad de un productor condena a una especie de sala de debate esquizofrénica. No existe el consenso del francotirador y las cosas cambian de un día para otro como un péndulo. Más si eres un tipo así de perfeccionista. Al cabo de un año –"me estaba volviendo loco", dice- sintió que aquello había terminado. Cogió aire y el título de la criatura surgió en una especie de resoplido que resumía su estado emocional: fIN.

¿Resultado? Palabras literales del director de una revista musical la semana pasada: "Últimamente solo me he sentido orgulloso de ser español cuando Iniesta marcó el gol del Mundial y con el disco de John Talabot". Es una exageración del tamaño de una Copa del Mundo, pero el revuelo generado por este barcelonés ha traspasado fronteras. En el colmo de esta euforia colectiva, algunos ya creen que su fIN es el disco del año (¡en pleno mes de febrero!). "Estaba en Australia de gira y me fueron llegando noticias. Las reseñas han ido bien, pero tampoco me lo esperaba”, cuenta por teléfono. Desde que Riverola comenzó a lanzar EP’s, quizá más pensados para club, bajo el nombre de Talabot (antes fue D.a.r.y.l), la expectación se ha ido convirtiendo en una enorme bola de nieve lanzada por la pendiente del éxito.

¿Presión? "Quizá más por algunos medios españoles que a nivel internacional. Aquí no tenemos tantos artistas electrónicos que hagan álbumes y hay ganas de que surja algo. A veces queriendo potenciar la escena, te ponen en un compromiso. Se agradece, pero no estoy acostumbrado a estar tan expuesto, sobre todo a personas que no suelen escuchar este tipo de música y ahora no saben como coger el disco. Parece que el álbum tiene que ser para todos los públicos porque ha aparecido en lugares como Pitchfork, pero no es así. No me he convertido ni quiero ser el estandarte de nada en mi país porque mi disco funcione fuera. Hago mi música y no soy representativo de nada en España”.

 A veces queriendo potenciar la escena, te ponen en un compromiso. Se agradece, pero no estoy acostumbrado a estar tan expuesto

Efectivamente, el disco, un esmerado ejercicio atemporal de música electrónica no parece, a priori, para todos los públicos. Que nadie espere ahí singles ni hits. "No quería que eso distrajera la atención del concepto álbum. En ese sentido es un disco bastante humilde". Talabot ha conseguido que todo el trabajo tenga un aire desubicado en el tiempo. No suena retro, ni actual ni futurista. Y eso en una producción de música electrónica es algo muy raro y valioso. Algo así como encontrar las formas de un clásico en una tradición demasiado joven para eso. Un disco con algunos ritmos de baile, pero no pensado para club. Un concepto de álbum, no tanto por su sonido, en la senda de Four Tet o Caribou, producto de mucho esfuerzo y trabajo, más que de afortunada casualidad de alguien con el talento necesario.

Intenté que la época en que se ha creado el sonido del disco no fuera evidente

“Sabía el álbum que me apetecía escuchar, no quería que fuera de baile, porque no los escucho en mi casa… tenía claro cuatro puntos básicos. Desarrollé ideas que había apartado para los EP’s e intenté darle a todo un sonido que no fuera evidente la época en la que se había producido”. Y fIN parece distinto a todo, también a lo que había hecho Talabot hasta ahora. Manteniendo la coherencia, incluso suena distinto entre sí. “Últimamente los álbumes más laureados responden a un concepto unitario. Se hacen con los mismos elementos, sonidos y ruidos. Por ejemplo, el primer tema y el último del álbum de James Blake suenan igual. Usa el mismo sinte en todos, los mismos acordes y los mismos ruidos. No sé si lo produjo todo de golpe o qué. Yo lo he hecho durante un año. Pero pese a que cada tema es diferente (hay temas con sinte y caja de ritmos, otros con un sampler…), no me parecen tan diferentes entre sí. Nunca sabes lo que vendrá luego, y eso es algo que echo de menos últimamente en la música”.

Entre medio de todo el ensamblaje del puzzle, Talabot, o Oriol o los dos a la vez, empezaron a tomar clases de piano. Su música, hasta la fecha, está hecha de instinto, oído y autoaprendizaje. Y le pareció buena idea, a él o a la exnovia que le regaló las lecciones, comprobar de qué estaba hecho todo aquel impulso artístico. “Pero todo coincidió con el álbum y no hacía los deberes que me mandaba la profesora. Pagaba a una persona para que me enseñara, pero ella se enfadaba. Aprendí algunas cosas básicas de notas y música. Pero a veces es mejor tener la mente un poco virgen. Mis carencias las encuentro en las melodías o cambios melódicos. Pero mi música tampoco tiene mucho de eso. Yo no quiero tocar jazz. Me encantaría saber hacerlo, pero en el momento en el que estaba me despistaba”.

Una Roland TR-606, usada por John Talabot.
Una Roland TR-606, usada por John Talabot.

El cuidado por el sonido se traslada también a la imagen del proyecto. Desde el principio, ha preferido ocultar su rostro en las fotografías promocionales o de prensa. Algo que también alimentó un poco la pequeña leyenda sobre quién podía ser aquel chico. “Mi cara no es tan interesante. Prefiero que la imagen sea más atractiva y artística a salir yo ahí sentado en un bar. Pero nunca me he escondido pinchando ni me he puesto ninguna máscara. No soy una persona que tenga problemas para esconder la identidad, quería que el proyecto entrara por la música. La gente a veces necesita saber demasiado. Hacen reseñas de un disco y hablan más de la persona o de lo que ha hecho antes. Se analiza demasiado el contexto y se pierde de vista la música. Fue una manera de protegerme a mi y de darle un valor añadido al proyecto. Es una opción artística como otra”.

En este disco no sabes lo que vendrá luego, y eso es algo que echo de menos últimamente en la música

La nueva identidad surgió de las cenizas de D.a.r.y.l., su anterior alter ego. Vivió un tiempo con cierto éxito, pero casi le sepulta. “Cuando empiezas a pinchar y a hacer música sabes que quieres ir hacia algo, pero no acabas de encontrar la manera. Con D.a.r.y.l. me costó entender que no estaba contento porque no encontraba la manera de expresar musicalmente lo que yo era. No he tenido gente mayor que me haya enseñado, y el proceso ha sido autodidacta. Dejé un tiempo la música y estuve trabajando en una productora. Al cabo de un año volví con un sampler y mi colección de discos de músicas raras. Se lo enseñé a un colega y me dijo: ‘Ahora, cuando oigo esta música, eres tú’. Por fin había encontrado algo personal y mío. Seguí y le puse ese nombre que hacía tiempo que me daba vueltas [el de su antiguo colegio] y lo colgué en Myspace”.

Talabot sacará de gira ahora este proyecto. Los directos, que empezarán en mayo, los hará acompañado de Pional, su a amigo y compañero de sello (Talabot también dirige la etiqueta Hivern Discs), y un hombre dotado con un talento musical desbordante que le acompaña en dos de los temas del álbum. “La música electrónica se ha reforzado últimamente. Gente que hace un tiempo hubiera cogido un piano antes que un sintetizador, ahora coge el aparato. Se ha invertido la situación. Ahora hay mucha gente que han estudiado en el conservatorio, como James Blake, que se meten en la electrónica. O Nicolas Jaar… Se rompen unas fronteras que siempre fui partidario de eliminar. El 90% del pop está producido electrónicamente. Esa barrera no tiene más sentido”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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