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David Kelly, el dandi de la comedia

El actor irlandés reforzaba sus interpretaciones con extravagantes movimientos

David Kelly, en 1998.
David Kelly, en 1998.JOHN COGILL (AP)

El distinguido y seductor actor irlandés David Kelly, que murió a los 82 años el 12 de febrero, era un rostro familiar tanto en las comedias de enredo de la televisión británica como en los escenarios en Dublín, donde quedó asociado de manera específica al teatro Gate. Pero quizá fue más conocido en los últimos años por interpretar el papel del abuelito Joe en la adaptación de la película de Tim Burton Charlie Roald y la fábrica de chocolate (2005), una actuación galardonada con el premio de la Academia Irlandesa de Cine y Televisión, un logro que marcó su vida.

Kelly era un personaje alto y llamativo que a menudo interpretó a un divertido y excéntrico irlandés en papeles como el de Albert Rid-dle, un incompetente friegaplatos manco en la comedia de enredo británica de los setenta El Nido de Robin. Siempre tuvo la capacidad de actuar para estereotipar, algo que reforzaba con sus extravagantes gestos corporales y faciales. A pesar de interpretar a ancianos extravagantes, fue uno de los grandes dandis del momento. Estuvo casado con la actriz Laurie Morton, a quien conoció en el teatro Gate en los tiempos de Hilton Edwards y Michéal Mac Liammóir, fundadores del teatro en 1928.

Su carrera abarcó más de 50 años y nunca pensó en jubilarse. Del mismo modo tampoco aceptaba ningún papel a menos que tuviera la sensación de aportar algo único y personal. Michael Cogan, director del teatro Gate, dijo de él: “Era el caballero de nuestra profesión”. Pero también hubo años de locura dedicados a beber. Dijo a Cogan que no tuvo ni idea de que el presidente John F. Kennedy había sido asesinado hasta 1974.

Como buen dublinés, se educó en el colegio católico para chicos de Synge Street y actuó a los ocho años en el teatro Gaiety. Su trabajo en el escenario incluyó obras de Chéjov y Brian Friel. Hizo una extraña excursión al teatro Abbey para la obra ¡Dame tu respuesta, hazlo ya! de Freil (1997), una actuación maravillosa sobre la evaluación de escritores y la crisis personal del artista creativo. Pero fue mejor acogido en el Gate, donde volvió para hacer de Orgon en el Tartufo de Molière, de Peter en la versión de Thomas Kilroy de Chéjov La Gaviota, y de Al Lewis en La pareja chiflada (1996) de Neil Simon. Todavía se habla con miedo de esa última producción en los círculos teatrales de Dublín, pero fue aún más lejos con la gran actuación del solo de piano memorizado de Beckett, Krapp’s last tape, e hizo de esta conmemoración la piedra angular del festival Beckett del Gate en 1991: se le vio por última vez en Nueva York, Chicago y Melbourne.

Aunque por alguna extraña razón fue más conocido por las comedias de enredo mediocres de los setenta tales como Oh, father! con Derek Nimmo, se distinguió y se hizo querer por la audiencia en las series de la RTÈ de los ochenta. Strumpet City, basada en la novela de James Plunckett sobre el lock-out de Dublín, donde interpretó a Tierney Lonchas, el alegre habitante del sótano, contó con su papel favorito (junto a Krapp). Mantuvo su popularidad en dos series largas, las dos transcurrían en el pueblo ficticio de County Wicklow. Glenroe, la primera serie de la RTÉ emitida con subtítulos en irlandés, y Ballykissangel, de la BBC (1996 y 2001). Kelly trabajó de manera continuada en películas desde 1969, cuando interpretó al vicario en la escena del funeral en The Italian job, protagonizada por Michael Caine. Apareció otra vez con Caine en la película de espías de Terence Young El Hombre Rompecabezas (1984).

Sus apariciones más notables de los noventa se dieron en dos deliciosas películas irlandesas: Escapada al sur (1992), de Mike Newell, en la que interpretó a un viejo cuentacuentos en una comunidad de viajeros, y en Despertando a Ned, de Kirk Jones, en la quese las ingeniaba para dar la respuesta a un pequeño pueblo tras una inesperada ganancia en la lotería. También se jactó de ser un sex symbol cuando viajó en moto desnudo.

La última aparición de Kelly en una gran película fue en Stardust, de Matthew Vaughn.

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