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'Rebelle', un retrato pavoroso de niños militarizados en África

La nueva versión cinematográfica de 'Bel Ami' no pasará a la historia, y 'Flying swords of dragon gate' despide la sección oficial con dos horas de kung fu

Carlos Boyero
El realizador canadiense de origen vietnamita Kim Nguyen y los actores Rachel Mwanza, Misinga Mwinga y Alain Bastien, a su llegada al estreno de la película "Rebelle" en el Festival Internacional de Cine de Berlín
El realizador canadiense de origen vietnamita Kim Nguyen y los actores Rachel Mwanza, Misinga Mwinga y Alain Bastien, a su llegada al estreno de la película "Rebelle" en el Festival Internacional de Cine de BerlínAngelika Warmuth (EFE)

Sabemos que el escenario de Rebelle es África, pero en ningún momento ofrecen pistas marcando el país en el que se desarrolla esta estremecedora historia. Podría ser el Congo o Sierra Leona o Ruanda o Somalia. Qué más da. Lo que cuenta en ella el director canadiense Kim Nguyen podría haber ocurrido en cualquiera de los lugares citados o en otros de un continente en el que la barbarie más inconcebible es moneda común. Habla de niños obligados a ser soldados en guerras de exterminio, con un reclutamiento que comienza con el feroz ritual de matar a sus padres y a todos aquellos seres débiles que no pueden servir a los invasores de las aldeas.

El director transmite dolorosa veracidad a ese catálogo de espantos en África

Esa excesiva atrocidad se ha contado en reportajes y en documentales, pero no recuerdo haberla visto tratada nunca en una presunta ficción. La protagoniza una violada y embarazada cría de 13 años cuya trastornada voz describe al indeseado niño que va a tener lo que le ocurrió en los últimos tres años de su corta existencia. Todo es un catálogo de horrores, le enseñaron a matar con sadismo y ella se impuso la necesidad animal de sobrevivir. Pero esta víctima a la que transformaron en un monstruo, al igual que sus colegas niños, todos ellos sin posibilidad de deserción, siguen siendo críos perdidos, insomnes y a ratos ilusionados, machacados por la culpabilidad y el desconcierto aunque les hayan intentado despojar de cualquier resorte de humanidad en su terrorífica misión de depredadores. El director transmite dolorosa veracidad a ese catálogo de espantos, los personajes miran, se mueven y actúan como si ignoraran que les está filmando una cámara, reproducen con naturalidad una realidad que parecen haber vivido. Y si observar el comportamiento de verdugos adultos siempre te puede helar la sangre, ver esa actividad ejercida por niños supera lo abominable. Es una película dura y emocionante, dotada de un lirismo desgarrador, que se ocupa de esas masacres permanentes que no suelen tener demasiado espacio en los medios de comunicación occidentales y que tampoco las naciones poderosas harán demasiado esfuerzo por frenarlas. Ocurren en África, nos queda muy lejos, son muertos de clase ínfima. Aseguran que en las matanzas de Ruanda en 1994 fueron asesinadas un millón de personas en el espacio de unos días, la mayoría tutsis. Imagino que si eso hubiera pasado en el mundo presuntamente civilizado se hubieran rodado un centenar de películas evocando ese infierno. Me voy a acordar durante mucho tiempo con un escalofrío de los niños matarifes de Rebelle.

Se ocupa de esas masacres que no encuentran espacio en los medios

El cine ha adaptado varias veces la muy popular y buena novela de Guy de Maupassant Bel Ami. Siendo fiel a la época o actualizando su sabroso argumento, que cuenta la historia de un paria que utilizando sabiamente el arribismo y su poder de seducción con las mujeres, logra introducirse en la alta sociedad y prescindiendo de escrúpulos encuentra su lugar en el sol. La versión que han realizado los directores ingleses Declan Donnellan y Nick Ormerod de Bel Ami no ocupará ningún lugar distinguido en la historia del cine pero puede entretener ligeramente. Tiene dos cosas imperdonables. Una es obligar a afearse hasta extremos que la hacen irreconocible a Kristin Scott Thomas, esa actriz plena de belleza y de clase. La otra es ofrecerle el protagonismo, imagino que pensando en el mercado adolescente, al limitadísimo actor Robert Pattinson, el guaperas aunque estomagante vampiro de la serie Crespúsculo. A cambio podemos disfrutar de la espléndida madurez física e interpretativa de Uma Thurman, señora infinitamente deseable aunque los corsés de la época no nos permitan admirar su anatomía. Pero sus miradas, su gestualidad y su voz son sensualidad de alto grado.

El protagonista de 'Bel Ami' es el estomagante Robert Pattinson

La sección oficial se ha despedido, aunque fuera de concurso, con la película china Flying swords of dragon gate, rodada en tres dimensiones y protagonizada por Jet Li. Pueden adivinar su género, espadachines combatiendo por tierra y aire y mezclando las estocadas con el kung fu durante más de dos horas. Solo he aguantado la primera. Ningún cargo de conciencia. Ignoro si en la segunda este aparatoso y rutinario circo se transforma en una tragedia shakesperiana. En la Berlinale vale todo. Son así de posmodernos. El problema es que casi nada ha sido meritorio.

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