_
_
_
_
_
62ª BERLINALE

Un ‘soderbergh’ de fórmula y un disparate indonesio

Boyero analiza desde Berlín el filme 'Indomable', parte del cual se rodó en Barcelona Se trata de una película de acción en la que participa el actor español Antonio Banderas

Carlos Boyero
Así de sonrientes estuvieron Salma Hayek y Alex de la Iglesia en la presentación a la prensa de 'La chispa de la vida', que participa en la sección Special Gala
Así de sonrientes estuvieron Salma Hayek y Alex de la Iglesia en la presentación a la prensa de 'La chispa de la vida', que participa en la sección Special GalaJOHANNES EISELE (AFP)

Existen transparentes indicios de esquizofrenia en la carrera de ese director tan extraño llamado Steven Soderbergh. O tal vez, solo se trate de posibilismo. Su precoz alistamiento en el cine independiente logró algo tan raro como que su primera película Sexo, mentiras y cintas de vídeo lograra todo tipo de premios, un notable triunfo comercial y que consecuentemente Hollywood tentara al joven prodigioso. Decidió seguir haciendo lo que le gustaba y se estrelló con Kafka. Pasó mucho tiempo a la deriva, sobreviviendo con proyectos que no alcanzaron la menor resonancia, hasta que dio con la tecla del éxito al realizar Erin Brockovich. Poco después, con las grandes productoras a los pies de su capricho, dirigió la extraordinaria Traffic.

También descubrió mediante la saga de Ocean's que podía convertirse en otro rey Midas del cine estadounidense. Desde entonces compagina un cine muy personal que no suele amortizar, como el remake de Solaris, con la mina de oro que suponen las aventuras de esos sofisticados y sensuales ladrones que interpretan Clooney, Pitt y Dammon. También financia el cine arriesgado y con vocación autoral de otra gente. Pero está claro después de una amplia filmografía que las películas que desea hacer Soderbergh suelen naufragar, mientras que arrasa con aquellas en las que se limita a seguir una fórmula garantizada de éxito.

Fotograma de 'Indomable'
Fotograma de 'Indomable'

Indomable (Haywire), presentada fuera de concurso en la Berlinale y que según algunos rumores sería la última que llevara la firma como director de Soderbergh, pertenece al género que Hollywood espera de él. Pero le ha salido bastante más endeble que los Ocean's. Siguiendo la estela de Tarantino en Kill Bill, se inventa a una asesina de élite que trabaja para una empresa privada y que es traicionada por un jefe que también era su amante. No dispone de la impresionante Uma Thurman, pero le ofrece el protagonismo a la para mí desconocida Gina Carano (señora que en algunos momentos parece estilizada y sexy y en otros una copia achaparrada de Jet Li) y la arropa con una lujosa corte de machos como Michael Douglas, Ewan McGregor, Michael Fassbender y Antonio Banderas.

El guion revela que nadie se ha machacado el cerebro para hacer algo original y sustancioso. Eso sí, las infinitas exhibiciones de kung fu y otras artes marciales están muy bien rodadas. Faltaría más. No te ocurre nada malo por pasar un par de horas desengrasándote de la pretendida trascendencia y espesura dramática que ofrecen las películas de la sección oficial, pero ya te has olvidado de lo que has visto cuando aparecen los títulos de crédito finales. Indomable es un juguete rutinario y prescindible.

Indomable es un juguete tan rutinario como prescindible

Pero sí puedes flipar intentando comprender qué ha pretendido contarte la película indonesia Postales desde el zoo, aunque es muy probable que su director, que solo firma con un exótico Edwin, tampoco tenga ni idea. Amenizada con diversos, explicativos y reiterativos cartelitos sobre las costumbres de los animales, durante una hora te muestra con tono entre lírico y documental el mimo de la cuidadora de un zoo hacia sus queridas fieras. A partir de la aparición de un tipo vestido de cowboy que hace trucos de magia, la zoóloga decide hacerse puta en un burdel que también exige a las currantas que conozcan las técnicas más avanzadas del masaje corporal. Llevo siete días intentando familiarizarme y convivir con los múltiples disparates adornados de simbologías y metáforas que muestra gran parte de la sección oficial, pero con los que acumula esta película indonesia superan mi capacidad de estupor.

La china White deer plain, dirigida por Wang Quan'an, desarrolla una tesis tan incontestable como que los pobres siempre tendrán un poder que les tiranice, ya sea el régimen feudal de los mandarines o la salvaje Revolución Cultural de Mao que les prometía igualdad y fraternidad. La tragedia comienza cuando los siervos jóvenes se plantean algo tan humano y razonable como que el impotente patrono disponga de un montón de esposas guapas, y ellos, que podrían recibir y otorgarle a las damas el placer que necesitan, tengan que permanecer vírgenes y excitados como orangutanes. El osado que se atreve a enfrentarse a esa injusticia recibirá un castigo brutal. Y seguirá sufriendo todo tipo de abusos, explotaciones y ofensas con aquellos que aseguraban que iban a cambiar el estado de las cosas.

Las imágenes están cuidadas, pero White deer plain tiene un problema insalvable y es que necesita 190 minutos para retratar el puteo ancestral que sufren los humildes. Y mi agotada paciencia no para de repetirme: estoy de acuerdo con las conclusiones, pero, por favor, que se acabe cuantos antes, que el bostezo es inacabable, que ya no sé que posición adoptar en la sufrida butaca.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_