_
_
_
_
_

El bufón es un asunto muy serio

Los casos de Jordi Évole y José Mota simbolizan la aspiración secreta del cómico

Borja Hermoso
José Mota en un fotograma de 'La chispa de la vida'
José Mota en un fotograma de 'La chispa de la vida'

A todo o nada apuestan los bufones cuando deciden travestir su cotidianeidad de carcajada en vocación de solemnidad y drama. Esto no es nuevo. Desde la Edad Media —y antes, también Grecia y Roma se sirvieron de sus favores en pleno esplendor— estos supuestos tontos útiles recorrieron los palacios y las cortes de Europa, los foros del poder, cantando las gracias al rey de turno y diluyendo sus tormentas. Pero desde Triboulet (el payaso de cámara de Francisco I de Francia) hasta el Calabacillas inmortalizado por Velázquez, la inacabable estirpe de los cómicos siempre ofreció la sensación de que, bajo la fachada de lo hilarante y lo placentero, corría secreta y violenta una vocación de influencia, de mensaje y de arte. Y aquí desembocamos en Jordi Évole. Aunque no solo: también en José Mota. Metáforas andantes de una profesión de fe que bien pudiera denominarse "hago reír, luego soy artista", o "hago reír pero sé hacer llorar".

Ya no es noticia que Jordi Évole, aquel clown a tiempo parcial en las filas de Andreu Buenafuente que eclosionó bajo el sobrenombre de El Follonero (eso sí, tras haberse ocupado de la producción del programa, o sea, que ya estamos hablando de un payaso brillante que no era solo un payaso brillante) se ha convertido en uno de los reporteros más agudos, implacables y certeros de entre los reyes catódicos. Un periodista temible que pregunta y repregunta (¡oh, rareza, oh especie en vías de extinción!) un fiscal que parece haberse prometido a sí mismo mantener viva hasta el final la llama de la risa, pero que cuando se sienta frente a su entrevistado, sugiere nombres más parecidos a Beria, Pol Pot, Goebbels o el estrangulador de Bostón que a Tonetti, Tip y Coll, Pompoff y Teddy o Martes y Trece.

¿Vieron la entrevista/salfumán que el tal Évole perpetró el domingo por la noche en Salvados (La Sexta) en torno a la persona del ex Molt Honorable Jaume Matas? ¿Alguien recuerda algún caso tan contradictoriamente brillante de un periodista masacrando a un personaje público mientras le pone cara de Harpo Marx? "Cuando el señor Urdangarin le presentó sus proyectos, ¿usted temía que diciéndole no estaría diciendo no al Rey?". Sonrisa. Cara de tragedia griega de Matas. "Oiga, ¿se enriqueció usted con las operaciones hechas con el señor Urdangarin?". Y sobre todo:

Solo Évole es capaz de preguntar y repreguntar así en el periodismo de hoy

—¿Por qué decidieron hacer negocios con Iñaki Urdangarin?

Jordi Évole (derecha) entrevista al expresidente Jaume Matas por el caso Urdangarin
Jordi Évole (derecha) entrevista al expresidente Jaume Matas por el caso Urdangarin

—Era el Duque de Palma y...

José Mota decidió, en el apogeo de su éxito como humorista, ser actor de cine 'serio'

—Pero ¿qué respuesta es esa, de que era el Duque de Palma?

Solo Jordi Évole es hoy en día capaz de tanta mala leche y tan bien argumentada en la televisión española, y casi en el periodismo español, tan plagado de cuestionarios Proust sin la menor intencion de molestar.

Otro caso de cómico que dejó de serlo, al menos por un tiempo: José Mota. El tipo tomó la mejor decisión de su vida profesional zanjando el asunto Cruz y Raya y elevándose él solito a la cúspide del humor televisivo. Todo un reto y todo un éxito, materializado en La hora de José Mota, que acaba de cerrar temporada dejando atrás hallazgos impagables como El Tío la vara, La vieja'l visillo o La Blasa.

Y hete aquí que, en el apogeo del estrellato cachondo y cañí (ensalzado por muchos, defenestrado por otros, pero eso ya es carne de opinión), a Mota se le cruzó un gusanillo: el del cine. En La chispa de la vida, última película de Alex de la Iglesia, se pasa hora y media haciendo de pobre diablo con una barra de hierro incrustada en la cabeza y acosado por la parca. Ni un milímetro para el humor. Ni una mueca para la broma, ni en la película ni en la promoción de la misma ante los medios. José Mota decidió ponerse serio. La cosa le salió bien. "Murió mi padre en el momento en que arrancaba este proyecto. Era un reto muy especial". Hubo hasta quien le comparó (Oti Rodríguez Marchante, en Abc) con Landa y López Vázquez. Otros viejos bufones que, como Évole y Mota, no solo eran eso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_