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Spain

David Trueba
Alberto Contador
Alberto ContadorGORKA LEJARCEGI

Afrontémoslo. Ser portada de la prensa internacional cada día no es algo habitual para un país pequeño como el nuestro. Tiene mérito lo de la semana pasada. Fueron unos sanfermines en febrero. Hasta el New York Times nos dedicó su editorial. Y por si fuera poco, el fotógrafo Samuel Aranda ganó el World Press Photo, algo que no pasaba desde la imagen de Tejero tomada por Barriopedro en otro febrero hace 29 años. En este caso la imagen era una piedad yemení, modélico ejemplo de que los desconocidos y distintos tienen los mismos sentimientos que nosotros.

 Fue tal la confusión que ya no sabíamos si el Supremo había condenado al juez Garzón por doping y a Contador por utilizar métodos totalitarios en la subida al Alpe D'Huez. Supimos que los franceses nos tenían envidia, quizá desde que la Virgen del Pilar no quiso ser francesa sino capitana de la tropa aragonesa, y también que era obligatorio acatar la sentencia judicial y no discutirla si el culpable era Garzón, pero insultar al tribunal y renegar de sus conclusiones si el culpable era un deportista. Vamos, que nos quedó todo claro.

Que el deporte es la única institución patriótica que hay en España lo sabíamos desde que los ganadores del Mundial borrachos como peonzas en un autobús descapotado fueron considerados un ejemplo para la juventud. La ausencia de sentido del humor con el deporte ya la intuimos cuando hace años en el mítico programa de Gurruchaga, él y Els Joglars de Boadella se cachondearon del Barça de Núñez y provocaron la indignación masiva, mayor incluso que cuando en la misma parodia se descubrió que la Moreneta era en realidad el portero del Espanyol N'kono. Hay humor en la defenestración de Garzón, único juez condenado por ordenar escuchas entre presos y sus abogados, práctica resguardada por unos tribunales que ahora ya sí, por fin, se despiertan una mañana sin corporativismos e intransigentes con sus pares. La semana gloriosa de España en el mundo nos conminó a renunciar a la crítica y al humor, a menos que sea contra los políticos y Falete, únicos de los que nos podemos reír sin riesgos. Nos queda, pues, la papiroflexia. Los ingleses lo saben, Spain significa Esdolor.

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