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Mensaje personal de Lola Flores a Björk

Diego A. Manrique pone a prueba en el primer capítulo de 'El Amplificador', su programa quincenal en la web de EL PAÍS, la teoría de los Seis Grados de Separación aplicada a la música

Diego A. Manrique

Seguramente todos tienen referencias de la famosa teoría de los Seis Grados de Separación, anticipada por el castizo “el mundo es un pañuelo.” Se supone que cualquier persona puede conectar con alguien que no conoce de nada, aunque existan tremendas distancias sociales o geográficas, mediante no más de cinco humanos. Es una cadena que se cerraría implicando en total a seis individuos. Hemos querido ponerla a prueba buscando un posible vínculo entre dos artistas aparentemente antagónicas, Lola Flores y Björk. Imaginemos que la Faraona quisiera invitar a la islandesa a un potaje gitano, para maravillarla con destino a colaborar en un hipotético disco de duetos. Se puede hacer, como comprobarán en el podcast de EL AMPLIFICADOR.

Naturalmente, semejante juego requiere unas reglas. La exigencia mínima es que los sujetos enlazados hayan grabado juntos; vamos a obviar el “parentesco” generado por una discográfica compartida o por coincidir en un escenario, harto improbable en estas damas. Tampoco sirven las remezclas hechas sin que los implicados se vean las caras. Hablamos de relaciones personales, del tipo “claro, yo tengo su teléfono en mi agenda”. Nada de mandar mensajes-en-la-botella al océano sin fondo de Internet; resultaría poco deportivo tomar atajos como Twitter o Facebook, dado que millones de personas no los usan y, por lo que respecta a muchos famosos, son manejados por profesionales que funcionan efectivamente como murallas.

La exigencia mínima es que los sujetos hayan grabado juntos

Saltando hoy por encima de minucias como defunciones, imaginemos el itinerario para que un recado enviado por Lola le llegara a Björk. Nuestra secuencia es la siguiente:

  1. Lola Flores
  2. Celia Cruz
  3. David Byrne
  4. Dirty Projectors
  5. Björk

Cinco nombres, seis discos: no está mal. En verdad, se trata de una excusa para juntar discos históricos y grabaciones oscuras, pasado y presente, rumba e indie de Brooklyn. Evidentemente, habría otras rutas para unirlas (y aceptamos sugerencias en Comentarios). Hagan juego, señores.

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