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Tentaciones
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El auge y la caída de las redes sociales para gais

Acaba de nacer en argentina Ragap una nueva red social reservado exclusivamente para usuarios gays. ¿Está el futuro esté en las redes sociales especializadas?.

Tom C. Avendaño

El 11 de enero, el microcosmos de las redes sociales recibía la última aportación a uno de sus sectores más activos, estables y desconocidos. Se trata de Ragap, una web lanzada desde Argentina, que viene a ser una suerte de Twitter dopado con elementos de Tumblr, Facebook y de los foros de toda la vida. Básicamente, la cosa consiste en mensajes de 255 caracteres a los que se puede responder de forma mucho más visual que en Twitter, ubicados por temas de moda (los hashtags de toda la vida), y donde no importa tanto lo que se diga como lo que se comparta. ¿El gancho? Está reservado exclusivamente para usuarios gais. De hecho, su creador, Mauricio Poos, no ha tenido ningún problema en vender el invento a los medios como "un Twitter para gais".

¿Qué necesidad habrá, en un mundo supuestamente cada vez más posgay (es decir, en el que las fronteras entre heterosexuales y homosexuales se van difuminando según se acercan) de diferenciar un punto de encuentro en función de la orientación sexual? En los años noventa, la televisión nos enseñó que cuando el público se contenta con dos o tres marcas, lo más rentable es fragmentarlo y poner fin a los excesos del mass media. De ahí el auge que se vivió entonces por canales temáticos que aspiraban a audiencias mucho menores que las generalistas, pero que recibían a cambio mucha mayor fidelidad. Es posible que, en un mundo dominado por los muy generalistas Twitter y Facebook, terminemos viendo algo parecido y el futuro esté en las redes sociales especializadas. Pero este no es el caso de Ragap.

Lo de esta web es diferente porque parte de una tradición cultural extremadamente arraigada: la del colectivo gay y la tecnología. Así como otras redes sociales especializadas (BakeSpace para los aficionados a la repostería o PatientsLikeMe para los enfermos) son de forja reciente, las webs que facilitan el encuentro de homosexuales preceden de largo al boom de Facebook (fechémoslo en 2007) y se remontan prácticamente a los años noventa. Desde entonces y hasta ahora, estas páginas han ido trazando una línea que iba en paralelo (a veces por detrás, a veces por delante, pero nunca mezclándose) con el desarrollo del ciberespacio 2.0. Pero la pregunta, precisamente porque habitamos en un mundo posgay, es ¿por qué ellos? Si iba a haber un nicho que crease su propia historia cibernética, ¿por qué no las lesbianas, los artistas de circo o los brokers?

"Creo que los gais tendemos más a ser early adopters [gente que se adapta a una tendencia con precocidad] porque para nuestra supervivencia es más vital que para los heterosexuales el encontrarnos lo antes posible", explicó en 2010 para este periódico el periodista especializado en redes sociales y temática gay Oscar Raymundo. "Hubo una vez una época en la que la forma más fácil de interactuar con gente similar a uno era irse al barrio gay de la ciudad, pero, por motivos prácticos, este proceso se ha trasladado a la esfera online. Desde los 90, cuando AOL incluyó un chat llamado M4M sólo para gais y se creó la web de anuncios por palabras Craiglist, esta gente ha estado tirando de redes sociales para conocer a gente como ellos. Al cabo de un tiempo, la cosa se convirtió en toda una compañía mediática, PlanetOut (otrora propietaria de The Advocate y Gay.com)".

Antes de la era digital, cuando la mayoría de las ciudades del mundo todavía veía en la homosexualidad un tabú que justificaba la paranoia legislativa, estos encuentros entre gais se reducían o bien a sórdidos bares periféricos o a alambicados códigos semióticos en los baños de cualquier garito o aeropuerto de laxa seguridad (llevar las llaves colgando del bolsillo, tocar el zapato de otro hombre con la punta del propio...). Es algo que se recuerda con cierta amargura por parte del núcleo mainstream del colectivo. Aparte de darle un disgusto a más de un político republicano en el armario, favorecía al mal nombre de la homosexualidad a golpe de escarceos insalubres y sometidos a la imagen de la ilegitimidad y, si se apura, de la ilegalidad.

Con esto, casi se antoja normal el que la alternativa a este cruising masivo explotara de tal forma. "Según han sido pasando las décadas, los gais más jóvenes han ido adoptando sus propias redes. De Manhunt.com a Gay.com a GayCities.com a ciertos usos de Tumblr o Instagram", aclara hoy Raymundo. Sólo en la década pasada contemplamos el auge y caída de al menos ocho webs de esta naturaleza: Jake, ManJam, Ohlalaguys, Lovestastic, Connexion, OutEverywhere, DList y BigJock. Eso sin incluir Gaydar, la web de contactos británica que todavía hoy sigue teniendo un tráfico de escándalo, o su denostada versión española, Bakala.org. GayRomeo también sobrevive con nobleza. La principal diferencia entre y otra página es su fecha de creación. Por lo demás, todas siguen el mismo patrón o mayor o menor obediencia a los avances tecnológicos del momento: especial hincapié en las imágenes, posibilidad de ver los perfiles de otros usuarios en función de su aspecto, edad o intereses, y posibilidad de concretar la búsqueda para dar con un revolcón rápido.

Pero esto abre dos interrogantes. Primero: ¿estamos hablando de redes sociales o de redes sexuales? Es cierto que la gran mayoría de estas páginas tienen como fin que dos hombres se encuentren para practicar el sexo que les dé la gana. "Lo cual no es del todo cierto", alerta Raymundo. "En estas páginas se habla de todo y se forjan todo tipo de relaciones". De todas formas, y sin ánimo caer en el tópico de la alegada promiscuidad del gay medio, si uno entra en una página para estar en contacto con gente con la que solamente comparte la sexualidad, es bastante adecuado razonar que el sexo ocupará un papel importante en la experiencia.

Y segundo, ¿puede el colectivo heterosexual extraer algo de la dilatada historia de redes sociales gais? Eso sería la verdadera revolución en las relaciones sexuales humanas. Pero aquí es donde entra la palabra estrella en las relaciones homosexuales virtuales: Grindr. Es una aplicación para smartphones pensada para gais que muestra a qué distancia están los otros usuarios, qué aspecto tienen y permite hablar con ellos. Aunque no tiene una finalidad específica, generalmente se usa para fraguar encuentros sexuales rapiditos. Cuenta con más de dos millones de usuarios entre 192 países y prácticamente ha suplantado a las webs ya asentadas. Un éxito, vamos.

En septiembre de este año se lanzó la versión pansexual, como respuesta a las peticiones de cientos de miles de su mujeres que se dirigieron a su creador, el neoyorkino Joel Simkhai. Se llama Blendr y le ha pasado como a otras aplicaciones parecidas destinadas a mujeres (Brenda, Qrushr Girls, o, en webs, Eduhookups o Badoo): que sus usuarios son principalmente hombres. ¿Por qué? Si bien la libido de un hombre gay no se diferencia mucho de la de un heterosexual, de las mujeres se espera que estén al otro lado del espectro.

Pero lejos de darle la razón al tópico, Raymundo ya aclaró en un artículo para este periódico en 2011: "Las mujeres trabajan de otra manera. Buscan cosas diferentes en su compañero y expresan su sexualidad de otra forma. Me temo que en gran parte se debe a los siglos de estrictras normas sociales que se les han impuesto. Es increíble que aún hoy una mujer pueda considerarse promiscua por no comportarse como se espera de ella (receptiva, no activa, en sus deseos sexuales). Y aunque las lesbianas sufren otro tipo de presiones, siguen deseando a una compañera que vayan a ver al día siguiente. No les intrigan tanto los polvos de una noche como a los hombres".

Lo cual nos devuelve al misterio de Ragap. ¿Por qué un Twitter gay? ¿Por qué otra red social web habiendo Grindr y varios sucedáneos? ¿Por qué, si precisamente esas redes están de capa caída? Aquí Raymundo tampoco nos lo ha sabido explicar. "Ya existe un Twitter para gais y se llama Twitter. Lo genial de las redes sociales que puedes encontrar tu comunidad y hacerla tan grande o pequeña como te plazca. No le veo sentido a segregarnos unos a otros a redes específicas, a menos que se siga en el armario. DList (conocido por ser el MySpace de los gais) ha cerrado este año por ese mismo motivo".

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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