_
_
_
_
_

En los límites de un fino bigote

John Waters presenta en el teatro Lara de Madrid su monólogo 'This filthy world'

Sin un respiro y sin un trago de agua, John Waters vomitó anoche en un teatro de Madrid casi una hora y media de ideas, anécdotas y obsesiones. No faltó sexo, ni drogas, ni unas buenas clases de irreverencia y de, por supuesto, mal gusto y cine. Su monólogo This filthy world, una especie de declaración de principios trash a través de su anecdotario biográfico y filmográfico, elevó a un patio de butacas entregado a la sutil experiencia teatral de la complicidad, de la conversación a una sola voz y de la verdadera transgresión, esa que jamás puede comulgar con lugares comunes ni con la cerril pomposidad de los oradores enamorados de sí mismos. Nunca las mayores guarradas sonaron menos soeces. Fue, sin duda, la gran lección de esta clase magistral de basura estética del director de Hairspray: la humildad, el humor e inteligencia con la que parecía escuchar a los demás escuchándose solo a si mismo.

Un patio de butacas con gusto por los colores estridentes, el leopardo, el mohair y los labios de carmín rojo convirtió el teatro Lara de Madrid en una sauna solo apta para incondicionales. Waters, estrella del recién nacido Festival Rizoma, convocaba a sensibilidades tan dispares como las de Mar Coll o Mario Vaquerizo. Las carcajadas de ambos fueron tan sonoras como las de una mayoría que pareció rejuvenecer de golpe con las historias de chicos y chicas malas del director de Pink Flamingos.

Waters, de 65 años, salió al escenario con los horarios de una diva: media hora más tarde. Pero fue su único gesto de estrella. Una chaqueta de girasoles negros y una expresión de alegría infantil que ni las canas logran borrar de su pequeño rostro hicieron olvidar en pocos segundos la espera. Empezó por Baltimore (su lugar de nacimiento) y acabó hablando de ese terreno que han comprado él y sus amigos para que les entierren juntos y donde, hace tres décadas, su musa y gran amigo, Divine, fue enterrado a los 42 años. Una confesión que resultó tan cercana como su afición a inhalar popper, a ligar haciendo autostop y al porno vintage, bueno, en realidad a cualquier tipo de porno. Waters viaja por el mundo no solo con su monólogo sino con ideas como Sesión doble del infierno, en las que proyecta seguidas Irreversible, de Gaspar Noe, y Anticristo, de Lars von Trier ("¿Se imaginan qué tipo de gente podría ver esas dos películas juntas? ¡Es una gran idea!").

Waters tiene el encanto de los que encuentran su sitio donde nadie querría encontrarlo: las antiguas ferias de freaks, las cárceles y, básicamente, cualquier cuneta de esa clase media americana cuyas miserias y grandezas él borda. Lleva sus bromas al púber Justin Bieber ("¡le adoro!") y en la burla jamás hay escarnio ni violencia; recuerda a sus mitos de juventud, Jesús Franco, y al motor creativo de aquellos años: "Cuando yo era joven el arte tenía que ser sucio". Asegura que ya no toma drogas ("es tan retro") y menos si son modernas ("¿éxtasis? ¿Una droga que te hacer querer a todo el mundo? Eso es el infierno para mí") y que toda su vida ha sido una lucha constante contra la tiranía del buen gusto. De la atracción sexual por la comida (de esa se ha librado) a la heterosexualidad como transgresión moderna ("a mí me gustan las minorías y hoy todo el mundo es gay"), Waters recreó su remake imaginario del Mago de Oz, homenajeó parodiando a Susan Sontag y a Diane Arbus o al cine sobre abortos. En definitiva, demostró que no existen tabúes si se despachan con una buena carcajada, que el humor negro no es una exclusiva española y que un bigotillo fino puede ser el límite que separa lo sublime de lo ordinario.

El cineasta y escritor estadounidense John Waters, autor del monólogo 'This filthy world'.
El cineasta y escritor estadounidense John Waters, autor del monólogo 'This filthy world'.
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_