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ENTREVISTA

Jan Svankmajer: "Las marionetas me han servido para ajustar cuentas con los adultos"

El cineasta checo recibe un homenaje por su trayectoria y estrena la película 'Sobrevivir a la vida' en el festival de cine de Segovia

Los sueños, aberraciones y fetiches surrealistas del director checo Jan Svankmajer, genio y referencia del cine de animación, siguen habitando el teatro de marionetas que sus padres le obsequiaron en la vanguardista Praga de los años treinta. "Fui un chaval muy introvertido, así que el pequeño teatro se convirtió en una vía de escape, una forma de ajustar cuentas con los adultos y expresar las cosas que no podía decirles". El cineasta, de barba poblada y mirada circunspecta, recuerda el placer que le producía controlar el destino y los movimientos de esos muñecos de madera y trapo: "Esto desarrolló mucho mi imaginación. A lo largo de mi carrera he sido siempre fiel a los títeres y a las marionetas. Es más, podría decir que nunca he cerrado la puerta de mi niñez".

Un homenaje (a los que suele mirar de soslayo) a su trayectoria, que se celebra hoy; el estreno de Sobrevivir a la vida (teoría y práctica), su nueva película, y una exposición con esculturas esperpénticas, cuadros cargados de erotismo y objetos de su autoría alusivos a sus películas. Estos son los reconocimientos por los que el septuagenario realizador se ha trasladado a Segovia, donde se celebra la quinta edición del Festival de Cine de la ciudad, hasta el próximo 23 de noviembre.

En esta nueva producción, su quinto largometraje, el realizador checo explora los entresijos del mundo del psicoanálisis. Lo hace a través de los sueños de Eugene, un joven con una vida marcada por episodios amargos en la infancia. Al igual que en otras producciones como Food (Comida, 1992) o Fausto (1994), recurre a elementos siempre rompedores y novedosos: "En este trabajo he incluido una herramienta extrema: la película está hecha, en gran parte, con fotografías animadas de los actores. Para esto, tomamos muchísimas fotos de distintas fases de los intérpretes y grabamos todas las vocales y consonantes para darles vida".

Comprometido con el movimiento surrealista checo desde su juventud, Svankmajer (Praga, 1934) emprendió en los años 60 una andadura artística que ha sido emparentada desde entonces con la de Max Ernst, Salvador Dalí, Joan Miro, Marcell Duchamp o Man Ray. Tim Burton lo ha citado como referencia para su trabajo. Cuatro décadas después, Svankmajer explica que los ejes centrales de su obra siguen siendo los mismos de sus inicios: el humor negro, el erotismo, los objetos de uso cotidiano, el juego entre realidad y fantasía, y la libertad: "Soy autor de una sola película y de una sola escultura. Mis obsesiones son las mismas. Lo que hago es crear distintas variaciones de historias que giran sobre los mismos temas".

¿Cómo explicaría en qué ha consistido su forma de expresar la libertad? "Para Freud había dos principios básicos: el de la realidad y el del placer. Siempre en constante combate dentro de cada persona. Creo que la creación artística y la libertad están estrechamente relacionadas con el placer, mientras que el de la realidad con la represión. Los niños, por ejemplo, son seres que viven en absoluta libertad, y es la educación y la sociedad la que los va coartando. Creo que la creación artística tiene codificada la libertad en sí misma, y me refiero a la creación autentica, no a la comercial".

Artista gráfico, escultor y diseñador, Svankmajer se refugia en un castillo que compró junto a Eva, su ya fallecida esposa, situado a las afueras de Praga, para esculpir figuras en arcilla y plástico, de las que vivió muchos años, en la época comunista, cuando "no podía rodar" las películas que le apetecían. Rodeado de fetiches africanos y esculturas manieristas, el cineasta ha desempolvado el cajón donde tenía los guiones que por esos años de represión no había podido llevar al plató. Precisamente uno de esos proyectos será el sustrato de su próxima película. ¿Posible nombre? Insectos. La trama cuenta la historia de unos teatreros, en un pueblo, cuyas vidas se empiezan a entrelazar con el guión de una obra titutala 'La vida de los insectos'. "Yo creí que esta iba a ser la última. Pero ya ve usted, sobreviví", concluye la entrevista en un tono irónico.

JUAN MARTÍN
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