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El Castell dels Tres Dragons revisa su mito y su historia

Abre la la exposición 'De restaurante a museo de ciencias naturales'

Saumon du Rhine souce hollandaise, Filet de boeuf a la Richelieu, Fonds d'artichaud a la Macèdonie... son algunas de las delicias que pudieron degustarse en lo que hoy es el edificio de Zoología del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. Cuando, bajo el omnipresente esqueleto de la ballena, uno lee el viejo menú, uno de los objetos fascinantes que figuran en la exposición sobre el protomodernista edificio de Lluís Domènech i Montaner, no puede sino asombrarse de las vicisitudes de este singular recinto que fue concebido y funcionó como café restaurante tras su apertura en 1888.

En la historia del maravilloso edificio, conocido popularmente como el Castell dels Tres Dragons, figuran banquetes multitudinarios, su reconversión en Museo de Historia y Museo Arqueológico, la instalación en su planta baja de la Escuela Municipal de Música (de 1896 a 1928), del Museo de Ciencias Naturales (1917) y de los comedores del Auxilio Social de Falange en la posguerra. La exposición desmonta mitos como que no funcionó como restaurante o que era un edificio temporal. En la vida del edificio, que mucha gente ha conocido como Museo de Zoología ?el rótulo en la gran puerta que da al parque se cambió ayer después de tantos años por el de Castell dels Tres Dragons?, aparecen alegrías sociales con hasta 600 comensales, estudios científicos, melodías y el cacofónico espanto de las bombas: todas sus maravillosas vidrieras quedaron destruidas por la onda expansiva de los bombardeos aéreos durante la Guerra Civil.

De restaurante a museo de ciencias naturales es el título de la exposición (hasta el 13 de septiembre) que puede verse en la planta baja y que descubre al visitante los hechos, a menudo sorprendentes, de la historia de este edificio emblemático de la ciudad. Un muro central de vidrio que provoca un sugerente efecto de reflejo es el eje físico de la exhibición. Al asomarse a él uno puede avizorar ?con la sorpresa de un visitante del hotel Overlock de El resplandor- fantasmagóricas recreaciones de ámbitos: el restaurante, un aula de música, las vitrinas del viejo museo o un autorreferencial diorama del montaje de exposiciones del nuevo.

Entre los objetos expuestos, un gallo de forja réplica de los de la torre del homenaje, un juego de bagatela (antecesor del pinball), planos, dibujos, viejas fotografías, una estupenda maqueta... L'Esquella de la Torratxa avanzaba en unos versos ilustrados con un camarero en armadura: "Lo café será un castell/ y segons hem sentit dir/ los mossos que air serveixin/ aniran vestits així". La ciudad acogió con expectación la construcción e inauguración del edificio que había de funcionar como café restaurante de la Exposición Universal de 1888. El nombre popular, explica el comisario, Rossend Casanovas, gran experto en el edificio, proviene de la coincidencia de su construcción con la obra homónima de Pitarra, entonces en cartelera. La exposición sirve de homenaje al edificio y es muy oportuna en un momento en que se debate su futuro uso, cuando el museo se traslade al Fórum.

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