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Reportaje:LA LIDIA | FERIA DE SAN ISIDRO

Más que enfermos, perjudicados

El primer toro se llamaba Enfermo, pero lo que estaba era muy perjudicado: primero, se astilló los dos pitones en el primer encuentro con el burladero (raro, raro?), y después evidenció que estaba lisiado, agotado o moribundo, tal vez. O es que en lugar de toro era una burra, quién sabe. Sin duda, era una caricatura de su propia especie. Llegó a echarse dos veces en la arena mientras Antón Cortés intentaba ponerse flamenco y exprimir sin conseguirlo alguna gota de toreo de aquella tristeza con cuernos.

Pero no fue el único. Sus hermanos también mordieron la arena y expresaron con claridad su enfermedad y su desgana. Hasta tres veces se desplomó el segundo, imposible para el toreo; el tercero lo devolvieron por la misma causa y salió un manso bien plantado que tardó esto en cantar la gallina. Derribó a los dos piqueros más por genio que por empuje y se desplomó a todo lo largo al segundo muletazo de Posada. Tan largo, que no encontraba la manera de levantarse. Y llegó el número del rabo: un subalterno lo agarró por ahí con tal fuerza, que el toro se levantó en un santiamén. Eso sí, miró al subalterno con una cara? Inválidos también los tres restantes, con ese trote cochinero tan típico de quien pretende mantenerse en pie a toda costa con tal de mantener las formas.

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ESPECIAL SAN ISIDRO: Los Toros, en ELPAÍS.com

Hubo protestas, pero no con la energía de antaño. Parece como si la invalidez se hubiera convertido ya en algo consustancial a la fiesta, y la bronca hubiera dejado paso al conformismo. Quizá, esta actitud permite a los taurinos hacer y deshacer a su antojo a espaldas del interés del aficionado. Porque esta ganadería de Martelilla no es la primera vez que fracasa en San Isidro; y vuelve por uno de esos misterios insondables que propicia el intolerable secretismo que impera en este negocio.

La corrida fue aburrida, y la tarde, muy fría, causas suficientes para haber abandonado la plaza. Pero la esperanza no se pierde nunca y cada cual espanta las moscas como puede. Como ese par de señoras, muy peripuestas ellas, que, ante el giro de los acontecimientos, decidieron montárselo por su cuenta. Una de ellas sacó dos bocadillos: uno de chorizo, y otro de mortadela. ¿Quieres?, le dijo a su amiga. Te lo voy a coger porque me lo estás ofreciendo, -le replicó-, pero no te vas a creer que yo no como de nada. Dos refrescos de naranja, y vistieron de limpio a las amigas, a las vecinas del bloque y al barrio entero. No se sabe lo que dan de sí dos horas de cotilleo hasta que se sufren. Pero, sin duda, eran más divertidas las andanzas de las dos amigas que lo que sucedía en el ruedo.

Ni caso le hicieron a Antón Cortés, que intentó justificarse ante su enfermizo primero, y se enfadó consigo mismo en el cuarto, que fue el único que permitió algún lucimiento. Lo capoteó a la verónica con sabor, y algún detalle torero desgranó a lo largo de una faena premiosa. Poco pudo demostrar Eduardo Gallo con un lote desesperante, aunque él dio muestras que tener las ideas poco claras. Y no tuvo mejor suerte Ambel Posada. Nada pudo hacer ante el manso y aplomado sobrero, y quiso gustarse ante el sexto entre las protestas del respetable, que no valoró su entrega y sus buenas maneras con la muleta.

Al final, los grandes perjudicados son los toreros, a los que se les presenta una temporada cargada de interrogantes. Las beneficiadas, las dos amigas. Echaron el flatito y disfrutaron de una tarde apasionante.

Los toreros más famosos están en lalistaWIP

Fiasco ganadero de Martelilla en la primera de la feria. Los toreros Antón Cortés, Eduardo Gallo y Ambel Posada estuvieron a medio gasVídeo: ELPAIS.com
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