Exquisito monstruo de marcas selectas

Inabarcable, selecto o alemán son algunas de las palabras que vienen a la mente al pasearse estos días por la Fira de Barcelona. Desde ayer hasta el viernes por la noche, se celebra el Bread & Butter Invierno. Una feria lúdico-empresarial dedicada a la moda urbana que en su octava edición se ha convertido en el evento de moda más importante del continente en cuanto a número de visitantes, repercusión internacional y superficie expositiva se refiere. Un evento que continuará en Barcelona los próximos años ayudando a sus clientes a posicionar su marca en un mercado global y extremadamente competitivo.

Las cifras de este año hablan por sí solas. El primer día de la feria, 30.000 personas visitaron los stands de 954 expositores, 120 de ellos españoles, repartidos en 130.000 metros cuadrados. Una asistencia que, según el director de la Fira de Barcelona, Agustí Cordó, es mayor que la del invierno pasado y dará a la cuidad unos 100 millones de euros. Si a esa cifra añadimos la estimación para la próxima edición de verano, el negocio es redondo no, sólo para los comerciales de pantalones. También para una ciudad que, por obra y gracia de unos visionarios alemanes, se ha convertido en el referente mundial del street-wear o ropa callejera.

Unos alemanes que llegaron, en bloque, a la capital catalana hace una semana en un avión fletado por la organización. 100 personas entre las que se encontraban diseñadores, secretarias, cocineros, señoras de la limpieza y el creador de este monstruo: Karl Munheim. Un empresario que lleva 20 años apostando por la ropa urbana y que no oculta su orgullo por la edición española de su invento berlinés. "Nuestro secreto es no dormirnos en los laureles. Siempre estamos buscando nuevas ideas para que la exquisitez y la industria vayan de la mano", dice mientras muestra orgulloso la serigrafía para la nueva edición veraniega.

Si este invierno el slogan es King size por las mastodónticas proporciones de la feria, este verano será New order. Más superficie expositora, más integración de jóvenes diseñadores en los stands, reorganización de los pabellones temáticos, nueva explanada lúdica, más desfiles en el MNAC y, sobre todo, mayor exclusividad a la hora de elegir a los expositores. Una cita veraniega que se celebrará entre el 2 y el 4 de julio y que calla los rumores por los que la organización estaba buscando otro emplazamiento para este multimillonario negocio chic. "Nos quedamos aquí" corrobora Karl antes de zamparse a un trozo de jamón serrano.

Y todos tan contentos. Por un lado, los expositores han encontrado el marco ideal en el que hacer negocios con la crème de la industria mientras degustan el catering ofrecido por Ferrán Adriá. Expositores venidos de todo el mundo con la intención de crear marca y, sobre todo, posicionarlo a nivel mundial con todas las facilidades imaginables. Por el otro, los comerciales tienen la garantía de estar en la cita ineludible de la industria donde no hacer acto de presencia es sinónimo de suicidio comercial. Como menciona un joven empresario alicantino venido especialmente para la ocasión: "Con venir aquí a que te vean, basta para que te tengan en consideración para los pedidos futuros...", dice en el stand de la marca de vaqueros Lois.

Y el público en general, esos jóvenes diseñadores, cool-hunters, periodistas y curiosos que abarrotan el recinto, también contentos. Si el Bread & Butter tiene tanto tirón popular no es por poder ver la últimas zapatillas Croc en primicia. Es, simple y llanamente, por el circo montado alrededor de las zapatillas o del pantalón de turno o del diseñador de moda. Todo está dispuesto para la marca sea la reina haciendo así que el Bread & Butter sea un espectáculo fascinante per se. Stands que parecen instalaciones del MUSAC, modelos de escándalo, actuaciones musicales, animadores, regalos, fiestas alucinantes? Todo y todos, muy bien dispuestos en este exquisito monstruo comercial, obra y gracia de unos inquietos alemanes, que a buen seguro seguirá dando que hablar en los próximos años.