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Una analista crítica del alma austriaca

Elfriede Jelinek ha provocado múltiples escándalos con sus obras de teatro y novelas en las que desnuda el espíritu de su país

Elfriede Jelinek, calificada por parte de la crítica como feminista radical, una etiqueta que ella odia, ha provocado múltiples escándalos con sus obras de teatro y novelas, desnudando el alma de su país. Jelinek, que vive en permanente conflicto con su sexualidad, exhibe en sus obras despiadadas los más bajos instintos animales del hombre común y denuncia a su patria como un país "construido sobre cadáveres, como Francia está construida sobre Napoleón".

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La sexualidad femenina, los abusos, la violencia de género y la guerra de sexos en general son algunos de los temas recurrentes de su obra, en la que utiliza un lenguaje en ocasiones brutal. Sus detractores la acusan de expresarse de forma "obscena, vulgar y blasfema" y las fuertes resistencias a sus obras en su propio país ha hecho que muchas de ellas se estrenaran antes en Alemania.

Hija de un químico judío y checo y de madre vienesa, Jelinek nació el 20 de octubre de 1946 en la localidad de Murzzuschalg, en la región de Estiria, al sur de Austria. De temprana vocación musical, estudió composición en el Conservatorio de Viena y siguió después estudios de teatro e historia del Arte en la Universidad de la capital austriaca. Toca cuatro instrumentos musicales y en 1971 obtuvo su diploma como organista del conservatorio.

La galardonada vive a caballo entre Viena y Múnich (Alemania) y es autora, entre otras obras de Los Amantes (1975), Los excluidos (1980) y La Pianista (1983), de cariz autobiográfico, que luego llevó al cine en 2001 Michael Haneke con Isabelle Huppert en el papel protagonista. El filme obtuvo un sonoro éxito en Cannes y dio a conocer el nombre de Jelinek al gran público. La escritora también es traductora de autores como Thomas Pynchon, Georges Feydeau, Eugène Labiche, Christopher Marlowe y escenógrafa de cine. Como compositora ha compuesto un libreto de ópera.

Asqueada de Haider

El ascenso al poder del partido ultraderechista de Jörg Haider en el año 2000 provocó que decenas de artistas austriacos, entre ellos la propia Jelinek, tomaran partido para mostrar en diversos comunicados su clara oposición. Elfriede Jelinek prohibió que se representasen cualquiera de sus obras bajo estas "asquerosas" condiciones políticas.

"Estoy desesperada porque toda mi vida intenté impedir lo que ahora está sucediendo y veo que no es posible ninguna oposición. Todo lo que los artistas hemos intentado hacer ha fortalecido a Haider", dijo entonces.

La escritora tenía ya en su poder numerosos premios y distinciones, como el Premio Austriaco de Poesía de Colegios Universitarios (1969), el premio de Excelencia del Ministerio de las Artes y de Educación de Alemania (1983), el premio Heinrich Böll (1986), el premio de Teatro de Berlín (2002) y el premio Stig Dagerman de Aelvekarleby (Suecia, 2004).

La dramaturga y novelista, en una imagen de archivo.
La dramaturga y novelista, en una imagen de archivo.EFE
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