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“Para un culebrón pagan mucho; para lo interesante, no”

El actor John Cleese ha vuelto a Barcelona para entregar los premios que otorga la industria de la telefonía en el MWC

Ana Pantaleoni
John Cleese, ayer en Barcelona.
John Cleese, ayer en Barcelona.GIANLUCA BATTISTA

Ni la gripe que arrastra, ni la tos que le interrumpe, ni el maldito antibiótico logran ponerle de mal humor. John Cleese (Somerset, Inglaterra, 1939) extiende sus largos dedos para contar las mujeres con las que ha contraído matrimonio, cuatro en total, y afirma con una sonrisa: “Es tan bonito encontrar el verdadero amor a los 75...”. Y sigue tosiendo mientras intenta beber un zumo de naranja y habla de sus trabajos. Cleese protagonizó en julio pasado el regreso de los Monty Python junto a Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin en un recinto de 14.500 plazas. Querían comprobar si aún podían divertirse y, según el actor, lo lograron. “Fue genial. Necesitábamos casi un millón de euros por un problema judicial y alguien nos aconsejó: ‘¿Por qué no hacéis un show?’. Fue un acierto llevarlo a un espacio tan grande. Acabó siendo un espectáculo completamente diferente con una audiencia extraordinariamente internacional, con gente llegada de Polonia, Israel y Brasil”, cita con orgullo.

Cleese asegura que no se ríe con nadie tanto como con los Monty Python. Pero inmediatamente se corrige: “Bueno, con mi mujer igual que con ellos”. Sin embargo, los Monty Python no repetirán. “Michael no quiere, aunque algunos de nosotros creemos que hubiera sido divertido repetir los shows en Estados Unidos, porque tenemos muchos fans”.

Prefiere no entrar a juzgar a los cómicos de hoy. Dice que, a su edad, se dedica a leer y a ver a sus amigos, pero “para nada” piensa en retirarse. Hace unos meses publicó su autobiografía. “Nunca he dejado de trabajar, aunque los últimos siete años lo he hecho solo por dinero, para pagar a mi exmujer los 20 millones por la pensión que dictó un juez de California”, admite con sinceridad inusual en una estrella. “Ahora que ha acabado todo, trabajaré solo en las cosas interesantes porque estas nunca se pagan tan bien como las que no lo son: si trabajas para un culebrón te pagan un montón de dinero, pero para una pequeña obra realmente interesante, no”.

Cleese cree que ahora le gustaría volver a hacer documentales, prepara una comedia de un autor francés y empieza a montar el musical de Un pez llamado Wanda junto a su hija. Pasará unos días en Barcelona, ciudad de la que venía Manuel, el conocido camarero de la serie Fawlty Towers, creada por Cleese y Connie Booth, que emitió la BBC. “No fui consciente hasta hace una semana de cómo funcionó la serie en España. La única razón por la que situé a Manuel en Barcelona era porque en aquella época en Londres había muchos españoles que habían venido a trabajar como camareros. Tenías suerte si lograbas que te llegara a la mesa lo que habías pedido”. Gleneagles Hotel, en Torquay, el hotel en que se inspiró Fawlty Towers, cerrará. Lo desconocía. De hecho, no ha sabido nada de ellos desde 1975, cuando viajó con el equipo para empaparse del escenario.

Cleese ha vuelto a Barcelona para entregar los premios que otorga la industria de la telefonía en el Mobile World Congress, ceremonia que ayer mantuvo al actor en el escenario más de tres horas. “Puedo entender la física, pero no la tecnología. Estudié Física en Cambridge. No entiendo por qué los teléfonos tienen tantas aplicaciones. Mi hija, que vive en California, para la única cosa que no usa el móvil es para llamar”. Le preocupa lo que pueda pasar: “Empezamos pensando que la tecnología nos serviría y hemos acabado organizando nuestra vida a su alrededor. Sospecho de algunas tecnologías porque impiden que la gente piense; hay que usarlas con sumo cuidado”. Un hombre no tecnológico rodeado de móviles: curiosa elección la del Mobile.

El actor acabó pidiendo uno de esos teléfonos diseñados para gente mayor. Los presentes aplaudieron mucho a John Cleese, que podría haber sido Cheese si su padre no se hubiera cambiado el apellido. ¿Cómo hubiera sido su vida? Sonríe: “Pues mucho más fácil. Yo sería Juan Queso”.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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