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Gonzalo García: “No soy un bailarín mediático”

El bailarín zaragozano es el invitado estrella de la gala de ballet dirigida artísticamente por Joaquín de Luz Se celebrará el próximo martes día 5, en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial

Gonzalo García en Apollo Musageta, de Balanchine.
Gonzalo García en Apollo Musageta, de Balanchine.

El bailarín Gonzalo García (Zaragoza, 1978) responde a las preguntas de EL PAÍS entre ensayo y ensayo antes coger un avión que le traerá desde Nueva York a la capital española. El próximo martes día 5, en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, es el invitado estrella de la gala de ballet dirigida artísticamente por Joaquín de Luz, un destacado madrileño con el que comparte cartel y éxitos en el New York City Ballet. Compañeros en el trabajo del arte y buenos amigos, este dúo de talentos españoles mantiene en Norteamérica muy alto el listón del ballet académico español. Ambos comparten la genética de la formación. Mientras Gonzalo se formó en Zaragoza con María de Ávila, Joaquín lo hizo en Madrid con Víctor Ullate, que también era un producto de la prodigiosa didáctica de la mítica maestra catalana radicada en Zaragoza. Gonzalo García bailará en El Escorial Apollo Musageta (traducible como Apolo y las musas) de Georges Balanchine, un papel estelar creado en 1928 con música de Igor Stravinski.

PREGUNTA. ¿Cómo son sus recuerdos personales sobre María de Ávila?

RESPUESTA. No solo es importante para mí en la vida profesional sino en lo personal; ella me trasmitió pasión y orgullo por el trabajo, la dedicación. Le debo mi carrera, y creo que en su estudio aprendí lo principal, y luego con su hija con su hija Lola de Ávila continué esta línea y ese aprendizaje.

P. ¿Cómo ha evolucionado el repertorio del New York City Ballet?

R. Indudablemente en el corazón del repertorio del NYCB cae lo dejado por George Balanchine y Jerome Robbins, que nos han legado algunas de las cosas más importantes de nuestra época, pero ellos también dejaron la inquietud latente por la búsqueda y la experimentación, por eso se realiza el “Coreography Institut” dos veces al año, de donde han surgido algunos de los mejores coreógrafos de hoy: Wheeldon, Ratmanski, Millepied, Peck…, esa preocupación siempre está, pero a través del clasicismo heredado de los dos grandes: Robbins y Balanchine.

P. ¿Ha trabajado y con qué resultados con nuevos coreógrafos como Justin Peck, Liam Scarlett o Christopher Wheeldon?

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R. He tenido la suerte de trabajar con ellos, al ser de diferentes generaciones tienen estilos muy diversos entre sí, pero con el común denominador de trabajar coreografías basadas en la técnica clásica y en el movimiento puro del ballet, que es lo menos que se ve hoy. Ellos se apoyan en la técnica académica, cada uno a su manera. Liam es muy dramático, muy inglés; Justin Peck es muy americano y Wheeldon es muy especial para mí, me ayudó, hizo coreografías expresamente para mí desde que era muy pequeño, y él tiene una combinación maravillosa de lo inglés y lo americano.

P. Cómo sucedió el paso del San Francisco Ballet al NYCB?

R. En 2004 se celebró en Nueva York el centenario de George Balanchine con una serie de espectáculos donde se invitaba a bailarines de todo el mundo para hacer el repertorio de este coreógrafo dentro del New York City Ballet. Yo estaba en el Ballet de San Francisco, y me invitaron junto a la primera bailarina cubana Lorna Feijóo para hacer “Ballo della Regina”, uno de mis ballets preferidos y que ya había hecho en California; aquello tuvo un gran éxito, lo hicimos durante dos semanas de festival. Luego en 2007 llegó la invitación para venir al NYCB, y entonces yo ya me sentía preparado para esa transición.

P. Usted ganó el oro en Lausana en 1995, pero ahora los concursos se han convertido mayormente en una exhibición de acrobacias. ¿Qué opina de esto? ¿Ve una derivación en el ballet hacia esa manera de “bailar”?

R. Los concursos son importantes en los comienzos. Hice dos en mis principios, pero la cultura de la competición hoy ha creado un peligro de que se pierda la pasión por la parte artística, por lo que de verdad hacemos más allá de equilibrios y saltos; esas cosas son un comienzo, pero la carrera de un bailarín se define por la inteligencia artística.

P. Después de tantos años en los Estados Unidos, puede concebir la idea de volver a casa? ¿Alguna vez lo ha tentado una “carrera europea”?

R. Hace 20 años que pisé California por primera vez y 19 viviendo en Estados Unidos. El modo de vida norteamericano, la energía y el ritmo, a todo eso me he adaptado bien. Pero siempre miro a Europa, y cuando pienso en ballet admiro al Royal Ballet de Londres. Lo cierto es que también si pienso en Europa pienso en John Neumeier [coreógrafo y director del Ballet de Hamburgo]; me encantaría trabajar con Neumeier, y no sé si eso llegará.

P. Usted es uno de los pocos artistas del ballet que se ha expresado positivamente del filme “Black Swan”. ¿Qué piensa de la película?

R. No la veo como una película de ballet sino como un thriller, un filme de terror con ingredientes diversos y estereotipos llevados al extremo, y es verdad que no se habla positivamente de la alegría de la danza, pero no la veo como una película de ballet.

P. Usted convivió en el NYCB con Benjamín Millepied (futuro director del Ballet de la Ópera de París). ¿Qué tal era como colega de trabajo diario? ¿Ha hecho alguna de sus coreografías?

R. Cuando yo entré en el NYCB ya Millepied tenía, es un decir, un pie fuera, ya hacía coreografías y otras cosas. No convivimos mucho, pero me dio tiempo a ver que tenía convicciones sobre sus ideas y determinaciones muy firmes sobre lo que quería hacer. Yo le deseo lo mejor al frente de la Ópera de París.

P. Tiene un hermano gemelo y una vez leí que en la primera clase de ballet a que los llevaron a los dos, a los cinco minutos se plantó. ¿Es verdad?

R. Mi hermano José, es verdad que vino conmigo a la primera clase pero cuando se vio con las mallas y las zapatillas, se sentó en un rincón, pensó “esto no es para mí”. Yo sin embargo ya ese día estaba como pez en el agua; él escogió el tenis, y yo fui también a jugar, pero duré un mes en la cancha.

P. Tienes más seguidores al otro lado del Atlántico que en España. ¿A qué crees que se debe eso? ¿No se considera un bailarín mediático?

R. Es indudable, pues he hecho mi carrera en el continente americano, y no he tenido tantas oportunidades de bailar en Europa y crear una cadena de seguidores; por otra parte, yo no soy un bailarín mediático, no tiro de lo personal ni de lo profesional para mantenerme en la red social, eso que se estila tanto estos días. Yo invierto mis horas en el estudio de danza.

P. ¿Cómo ves la situación del ballet en España?

R. Desafortunadamente se sigue viviendo en un período de transición; siguen en eso de muchos cambios, pero es verdad que en España en ballet no está valorado como en otros países, y desde fuera se ve que no hay frutos seguros, hay a la vez confusión en esa transición. Yo soy optimista, ahora hay un nuevo director y pienso que irá a mejor y eso les deseo, lo mejor.

P. ¿La Compañía Nacional de Danza (CND) lo ha invitado alguna vez?

R. No ha habido oportunidad, no me han invitado aún. Una de mis ilusiones es bailar en el Teatro Real antes de colgar las zapatillas, y espero que eso se cumpla, ya sea con la compañía nacional o de cualquier otra manera.

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