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Un gran Rafaelillo y un gran toro

El murciano cortó dos orejas y al cuarto de Cuadri le dieron la vuelta al ruedo en el arrastre

El diestro Jesús Duque da un pase con la muleta al primero de su lote.
El diestro Jesús Duque da un pase con la muleta al primero de su lote.Gustavo Grillo/ EFE (EFE)

Rompió a bueno el toro que abrió plaza, aunque no fue nadie en varas y tuvo su punto de "aquí te espero" en banderillas. Pareció costarle tomar la muleta, pero fue bueno. Noble. Con embestida cálida. Y lenta. Rafaelillo, que no lo pudo torear de capa, le bajó la mano cuanto pudo. Estuvo bien toreado ese toro por ambas manos, aunque sin gran ajuste. La solvencia de un torero curtido en mil batallas se vio. Trastabilló un par de veces en la cara del toro y en otro momento, por enroscarse demasiado al toro, perdió la muleta. Fue un desarme, pero no cundió el desánimo en el torero. Ni en el público, que coreó la faena siempre. A la hora de matar vino lo peor, con un espadazo que hizo “guardia” y dos avisos que le tocaron por demorarse. Un buen Rafaelillo y muy buen toro ese primero de Cuadri.

Gran toro el cuarto. Y un gran Rafaelillo: el pequeño gran hombre/torero. Dos viajes al caballo hizo el toro, las dos tomando de largo el camino hacia el piquero de turno. En las dos le dieron duro. Bien picado, no obstante. El son de ese toro hacia el caballo descubría que un tesoro de bravura llevaba dentro el de Cuadri. Bravura y nobleza, a la par. Tomó la muleta de largo, cálido de embestida, con un Rafaelillo que poco a poco se creció. Poderoso el torero, con muletazos largos, de mando en plaza. Una lidia antigua y moderna a la vez. Bravo el toro; bravo el torero. Muy cruzado siempre Rafaelillo y el toro entregado a la causa. Por un momento el toro pareció rendirse, reculó, pero Rafaelillo volvió a meterlo de lleno en la muleta. Faena muy cumplida por los dos pitones. Con profundidad y dominio. Todo de puertas hacia afuera, entre el tercio y los medios. Y para cerrar toro y obra, unos doblones a una mando que volvieron a resumir una faena de poder. Y de buen toreo. El toro, tras la estocada, se resistió a entregarse a las mulillas para recibir el honor póstumo de la vuelta al ruedo en el arrastre. Gran toro. Y un gran Rafaelillo.

No hubo manera de meterle mano al segundo de la tarde. Negado para el capote, protestó en el peto y esperó en banderillas. Con semejante carta de presentación, poco se esperaba. Y, en fin, hubo incluso menos que poco. Un toro quedado, a la búsqueda del torero, frenado y defensivo. Bolivar porfió, pero fue una porfía sin lucha. Poco convencido el torero.

CUADRI / RAFAELILLO, BOLIVAR, DUQUE

Toros de Hijos de Celestino Cuadri. Bien presentados. El cuarto, excepcional en los tres tercios, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Bueno resultó el primero. El resto, de poco juego.

Rafaelillo. Pinchazo –aviso-, casi entera que asoma media espada, entera -2º aviso- y descabello (saludos); estocada –aviso- (dos orejas);

Luis Bolivar. Estocada baja (silencio); pinchazo -aviso- y pinchazo hondo (silencio).

Jesús Duque. Entera algo pasada –aviso- (saludos); estocada ovación).

Plaza de Valencia, 27 de julio. 7ª y última de Feria. Menos de media.

Tampoco el quinto fue de toro de lucir. Manseó en el primer tercio y le costó un mundo arrancar en la muleta. Poca entrega y protestón. Ahora la porfía de Bolivar fue más peleona y pudo el torero hacer que el toro se tragara algún natural suelto. Poca cosa, pero no había para más. Bolivar lo intentó por tierra, mar y aire, pero no encontró un resquicio por donde sacar mayor rendimiento. La faena, además, acabó pesando un poco.

Nada más salir el tercero persiguió con saña a Jesús Duque, que tuvo que buscar las trinchera del callejón con urgencia. Fue toro que se empleó en varas, pero mal picado las dos veces: trasero y, además, un primer puyazo descargado con saña. Cortó ese toro en banderillas por el pitón izquierdo y su mirada delataba un estudio a fondo del lidiador que tenía enfrente. Toro, en principio, para tomar medidas. Duque, muleta en mano, no volvió la cara. Tomó la dirección más clara: el lado derecho. Por ahí se lo pasó. A la tercera serie el torero se convenció y asentó sus reaños en la arena. Con actitud, seguro de lo que llevaba entre manos, sacó lo que el toro le ofreció. El de Cuadri, que a esas alturas ya no se comía a nadie, comenzó a rendirse. A pararse. Muy quedado por el pitón izquierdo y casi lo mismo, al final, por el derecho. La faena acabó con un Duque provocativo, de cite de frente, ofreciendo el pecho. Y partida ganada a los puntos por el torero.

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Tampoco el sexto se ofreció voluntario a Duque. Acusó el fuerte castigo en varas y con medio paso llegó a la muleta. Duque puso todo de su parte, pero los intentos fueron vanos. Exprimió a un toro de poco jugo y juego. Dio todo lo que pudo y se justificó. Además mató de una certera estocada.

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