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FESTIVAL DE PERALADA

Peralada estrena un Wagner juvenil

El festival ofrece, por vez primera en España, ‘La prohibición de amar’ pero en versión reducida

Un momento del ensayo de la ópera.
Un momento del ensayo de la ópera. E. KELELE - FESTIVAL PERELADA

Una sorpresa para melómanos y un guiño a Richard Wagner en plena celebración del bicentenario de su nacimiento. Así define Oriol Aguilà, director artístico del Festival de Peralada, la curiosa produccion que ofrecerá el festival ampurdanés mañana y domingo de la segunda ópera del catálogo wagneriano, La prohibición de amar (Das liebesverbot), con libreto basado en Medida por medida, de Shakespeare, estrenada en 1836 en Magdeburgo y jamás estrenada en España. El montaje, realizado por el director de escena Georgios Kapoglou por encargo del Festival de Jóvenes Artistas de Bayreuth en 2005, se ofrece bajo la batuta de Fausto Nardi en una versión musical reducida y orquestada por el compositor Frank Böhme en clave moderna para un conjunto de cámara con guitarra eléctrica y saxofones.

La versión de La prohibición de amar deja las casi 3 horas y media de la partitura original en menos de dos en un intento de concentrar “su esencia personal mínima en cuanto a dramaturgia y música”, comenta Kapoglou, que defiende “el espiritu revolucionario que rezuma la obra, una defensa del amor libre y la emancipación femenina, que se enmarca en la juventud de Wagner”.

Los barítonos Enric Martínez-Castignani y Àlex Sanmartí, las sopranos Júlia Farrés-Llongueras, Rocío Martínez y Mercedes Gancedo y el tenor David Alegret encabezan el reparto del montaje, en el que interviene el Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana y el Ensemble Orquestra de Cadaqués. Las dos funciones tendrán lugar en la iglesia del Carme (22 horas) en el marco del Memorial Luis Polanco.

Escrita a los 22 años, cuando Wagner era un joven compositor de óperas que aún no sonaban a Wagner, La prohibición de amar es una gran ópera cómica en dos actos que respira aires italianos y que desapareció del mapa tras un desgraciado estreno que el propio compositor calificó más adelante como el mayor fiasco de su carrera. Tras la función del estreno, en la que el tenor, que olvidó su parte, se dedicó a cantar arias de otras óperas, se anunció una segunda función que acabó en una bronca tremenda, con la compañía enzarzada en una pelea de taberna motivada por el ataque del esposo de la primma donna a un apuesto tenor del que sospechaba que era el amante de su mujer.

La prohibición expresa de Wagner de que en Bayreuth no se representaran sus tres primeras óperas —su catálogo oficial se abre con El holandés errante— ha perjudicado la supervivencia de éste título y sus colegas de infortunio, Las hadas y Rienzi, que siguen siendo rareza en los escenarios.

Peralada ofrece la pieza reducida y con un arreglo musical en clave moderna y con un espíritu próximo al teatro musical de Kurt Weill. “Se ha reducido el aparato orquestal con voluntad de recrear el sonido wagneriano con una formación de cámara pequeña formada por instrumentos actuales”, explica Nardi. En la formación hay un quinteto de cuerda, una flauta, un clarinete, una guitarra eléctrica, saxofones y percusiones.

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